20 julio 2009

Torpezas, torpezas y más torpezas

Margarita Montes


Torpezas. Ese es el término con el que podemos calificar las declaraciones de esta semana de Hugo Chávez y de José Manuel Zelaya Rosales.

Por una parte, Hugo Chávez, intenta sabotear abiertamente con sus palabras incendiarias el diálogo encabezado por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias Sánchez, el cual ha sido respaldado por toda la comunidad internacional. Tampoco logra salir de su receta clásica e ideológicamente cuadrada de culpar a los Estados Unidos de todos sus males. Chávez se rehúsa a admitir que exista la posibilidad de que, al menos por una vez en la vida, los Estados Unidos no hayan conspirado en su contra y que estén diciendo la verdad cuando condenan a Honduras por los hechos ocurridos el pasado 28 de junio.

Las recientes declaraciones de Chávez retando a Barack Obama a demostrar que en verdad los Estados Unidos no están detrás del revés que ha sufrido el chavismo en Honduras, muestran algún grado de desconcierto por parte del mandamás venezolano. Y es que, si no puede culpar a la potencia del Norte por lo ocurrido en Honduras, ¿a quién más puede culpar? Necesita un culpable, pues su posición, luego del derrocamiento de Zelaya Rosales, resulta bastante incómoda, tanto a nivel nacional en Venezuela, como internacional, sobre todo en América Latina, adónde su prestigio se ha visto socavado por el pueblo y las instituciones hondureñas, responsables de expulsar a su aliado de la silla presidencial del país centroamericano.

Por otro lado, Zelaya Rosales sigue cometiendo torpeza tras torpeza, tal como nos tenía acostumbrados a los hondureños en sus tres años y medio de mandato. Es estratégica y políticamente torpe de su parte darle públicamente un ultimátum a Roberto Micheletti para que lo reinstale en el poder a más tardar este próximo fin de semana, luego de la reanudación de las negociaciones entre los dos bandos en pugna en San José. Este torpe ultimátum debilita la posición de Zelaya Rosales de tres formas:

· Su amenaza de dar por concluido este próximo sábado 18 de julio el diálogo en San José, en apenas su segunda ronda de reuniones, si no consigue los resultados que desea, va en consonancia con las declaraciones vertidas pocas horas antes en ese mismo sentido, por parte de Hugo Chávez, quien catalogó al proceso coordinado por Arias Sánchez como “un aborto” y “una trampa”. Zelaya Rosales demuestra una vez más que sus decisiones están influenciadas por las directrices de Hugo Chávez. Esto debilita su causa ante aquéllos países de América, de Europa y del resto del mundo que no simpatizan con el chavismo.

· Las palabras de Zelaya Rosales profiriendo un ultimátum incomodan principalmente a Arias Sánchez, ya que ante el mundo entero ponen en peligro su prestigio como Premio Nobel de la Paz y de hábil negociador, dado que lo arrinconan para dar resultados en apenas la segunda ronda de negociaciones.
Zelaya Rosales muestra poca inteligencia al indisponer al que en este momento es su mejor aliado, es decir, al mismo mediador, Oscar Arias.

· La amenaza de Zelaya Rosales de regresar a Honduras a retomar la presidencia a como dé lugar, lo exhibe nuevamente ante el mundo como el hombre irreflexivo, impulsivo e insensato que es. El mismo Departamento de Estado de los EUA, por medio de su vocero Ian Kelly, reaccionó rápidamente diciéndole a Zelaya Rosales que establecer un “ultimátum artificial” de este tipo no ayuda en nada a la solución del conflicto.
La otra torpeza mayúscula de Zelaya Rosales ha sido llamar públicamente a la insurrección al pueblo hondureño, lo que equivale a llamar a sus connacionales a un enfrentamiento violento. Esta actitud es impropia de un verdadero estadista y demuestra nuevamente la irresponsabilidad del ex mandatario hondureño, sobre todo cuando aún está en pie un proceso de diálogo avalado por la comunidad internacional. La presidenta de Chile, Michelle Bachelet ha pedido a Zelaya Rosales ser “prudente, porque nadie quiere que esto se resuelva con un baño de sangre”.

En conclusión, todas estas parecen medidas incoherentes y desesperadas de Chávez y de Zelaya, quienes saben que son muy reducidas las opciones que tiene éste último de regresar al poder en Honduras. Para quienes no lo quieren de vuelta como presidente, resulta más bien favorable que Zelaya Rosales y sus aliados sigan cometiendo este tipo de torpezas, que a fin de cuentas no hacen más que dinamitar su propia causa.

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