26 septiembre 2005

Asunto de soberanía


En este momento el problema de los combustibles es un desafío abierto que está ocupando toda la escena del mundo y Honduras no podía ser la excepción, nada más que dentro de las oblicuidades y pequeñeces con que muchos hondureños se aferran a analizar esta clase de problemas, especialmente por los intereses cruzados a través de sus diferentes negocios. El gobierno de Callejas fue el primero donde se empezó a avizorar la crisis de los combustibles, adoptándose la creación de un fondo especial que acumuló más de 280 millones de lempiras, equivalentes entonces a unos 47 millones de dólares que servirían para atenuar las subidas de los precios del petróleo a nivel internacional. Este episodio de la corrupción hondureña hartamente conocido en el mundo entero es uno de los casos más vergonzosos porque al final el tal fondo fue a parar a los bolsillos de los más altos funcionarios del gobierno. Agregándose el tristemente "gasolinazo" del que se presume quienes son los altos cabecillas de la red que traficaba con los combustibles desde Guatemala y El Salvador, sin que las autoridades hayan querido proceder a su detención.
De manera que el tema de los combustibles lo venimos arrastrando en el país atado a esa carrera de sinvergüenzadas del sector oficial que sin el menor ápice de pudor hace el negocio de los combustibles para llenarse los bolsillos y para enriquecer al gobierno a través de un impuesto alto con el trillado argumento que es una recomendación de los organismos financieros en la búsqueda del saneamiento de las finanzas nacionales.
Por todos estos elementos es inaudito que se diga que el tema de los combustibles debe ser apartado del debate nacional, lo cual es inaceptable por tratarse de un asunto de soberanía y de alta incumbencia nacional, pues afecta a todos por igual. Pudiera decirse que la sociedad reclama la voz de los más sabios en el asunto, pero resulta que estos son los que se han declarado incompetentes y han puesto en las manos de una comisión de notables la búsqueda de soluciones. Pero porque se haya llamado para integrar esta comisión a un grupo de líderes y referentes de la opinión pública no significa que los demás sectores no podamos opinar sin dramatismo alguno, pero con la máxima firmeza y convicción que los combustibles en Honduras nos han estado matando más por la corrupción con que se han manejado por los gobernantes que por los daños que causan los huracanes en el Caribe a las refinerías.
El trabajo que puedan hacer los notables nombrados por el Congreso puede ser importante porque están en el desempeño de un cargo, pero muchas de esas medidas las hemos sugerido en los medios de prensa y no se atienden porque el gobierno juega a su favor en el negocio de los combustibles, hasta el día en que los taxistas lo pusieron en reculada, haciéndole ver que para aguantadores los hondureños ya tuvimos demasiado.
Extraño país el nuestro, que elige gobernantes para que al final reconozcan su incapacidad para pedir a particulares de buena voluntad, que no tienen más compromiso que el de ser simples ciudadanos, a que se encarguen de los negocios más candentes como el de los combustibles. Lo cual indica que la gente del gobierno renquea por la arrogancia, que le hace perder la batalla de las ideas en los momentos de aportar la mayor lucidez.
Editorial - HABLEMOS CLARO