Aquí está la madre del cordero
Marcio Enrique Sierrra Mejía |
Por ejemplo, por una parte podemos apreciar que la tasa de desempleo abierto ha aumentado para mayo de 2006 y, por otra parte, al observar la relación entre la cantidad de personas que trabajan jornadas laborales de más de 36 horas y ganan menos del salario mínimo entre el total de ocupados, se constata que 799,270 personas trabajan más de 36 horas semanales y reciben ingresos menores al salario mínimo. Este indicador en el área rural, es de 37.8% porcentaje que se constituye en el mayor problema del mercado laboral (INE, 2006).
Por más que el gobierno quiera anunciar con intenso jolgorio el alto crecimiento económico que tenemos, la situación del empleo y la equidad como resultado de las políticas que se están administrando, aún no corrigen el deterioro que se produce desde que adoptamos el modelo neoliberal.
En Honduras, los datos estadísticos del gobierno no nos demuestran los grupos que más se han beneficiado con ese llamativo crecimiento económico que dicen hemos alcanzado. Es decir, los más ricos de la sociedad. NO nos explican los problemas de distribución porque no saben o no quieren demostrar los excedentes de explotación y en particular las utilidades del gran capital (Fazio, 2001). En las cadenas no nos ilustraron los antecedentes de concentración de riqueza y transnaciolización elevados que demuestran la polarización distributiva que se ha producido a favor de ellos, lo cual es fundamental al hablar de crecimiento económico.
Los hechos lo que revelan es que al tal crecimiento económico que mencionan, le acompaña el deterioro ocupacional. Estamos observando que en relación a la calidad de los nuevos puestos de trabajo (maquilas principalmente) las condiciones de trabajo se han precarizado.
Tenemos dificultades para aumentar el empleo. Nuestro capitalismo tiene un comportamiento errante porque el movimiento de capitales está directamente relacionado en sus efectos con una apertura de la economía que no es del todo efectiva porque los capitalistas hondureños, aunque han dado gigantescos pasos hacia ese destino, aún no tienen una visión de país y saben lo que quieren sólo para satisfacer su egoísta ambición.
El crecimiento que estamos experimentando nos conduce al aumento de las importaciones, desplazando la producción transable nacional destinada al mercado interno. Lo cual se produce como efecto de la reducción de aranceles que con gran entusiasmo hemos establecido para congraciarnos con los tratados comerciales.
Estamos viviendo una época de crecimiento económico de grandes incongruencias entre las reformas y las políticas macroeconómicas que debilitan la capacidad de nuestra economía para crear puestos de trabajo. La apertura comercial que estamos propiciando, no se produce bajo condiciones estructurales nacionales que fortalezcan las exportaciones, por el contrario, estamos compitiendo contra un torrente de importaciones producidas por empresas que tienen mejores condiciones para competir.
En conclusión, tenemos un crecimiento en el que la brecha de la desigualdad se va ampliando progresivamente. La apertura comercial y el desenfrenado movimiento de capitales, se está produciendo bajo condiciones que ahondan las desigualdades. El libre comercio no está beneficiando a todos, sino a los más ricos y grupos económicos más poderosos. El capital, en verdad, lo continúan manejando círculos cerrados.
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