El juramento hipócrita

Martes 15 Mayo 2007

Mario E. Fumero

El médico, al igual que el maestro, han estudiado para ejercer una labor de entrega y servicio a los demás, es por ello que se les llama a ambas labores "un apostolado", que equivale a una entrega de servicio a los demás. El médico tiene en sus manos la vida y la salud de sus semejantes, es por ello que teóricamente al terminar su carrera, hacen lo que se llama el juramento hipocrático. Hipócrates formuló un juramento que en la época griega hacían los galenos de la medicina. Como es el padre de la medicina se le llama a este juramento "El juramento Hipocrático".

¿Qué dice este juramento? Comienza declarando "JURO POR APOLO médico y por Asclepio y por Higía y por Panacea y todos los dioses y diosas, poniéndoles por testigos, que cumpliré, según mi capacidad y mi criterio, este juramento y declaración escrita": y entre las muchas afirmaciones existentes hay una que dice: "Y ME SERVIRE, según mi capacidad y mi criterio, del régimen que tienda al beneficio de los enfermos, pero me abstendré de cuanto lleve consigo perjuicio o afán de dañar". Es en este párrafo que los galenos de la medicina en Honduras cometen un grave error al negarle al pueblo su derecho a la salud pública, alegando reclamos y adoptando posturas de huelgas que afectan y perjudican a los enfermos.

Tristemente los médicos hondureños no parecen reconocer que ellos son "servidores de la sociedad" entregados a una noble causa, e ignorando este juramento, se dan a la tarea de negar la asistencia a los pacientes, por lo cual violentan no sólo el juramento hipocrático, sino los derechos humanos a la vida y la salud. ¿Y todo por qué? Por envidia, deseo de control y rechazo a sus compañeros que tuvieron la dicha de estudiar fuera del país con becas, ya que por ser pobres y de áreas humildes no podían hacerlo en su nación. Esto me lleva a una triste conclusión, el juramento que hacen algunos médicos hondureños (y digo algunos, porque no todos piensan igual que los huelguistas) es un "JURAMENTO HIPÓCRITA", y esto se evidencia al abandonar las consultas, hospitales y emergencias, por reclamarle al Estado un derecho egoísta, que afecta a los más pobres y necesitados.

El derecho a la vida y la salud es innegociable. Nadie debe, por ninguna razón, ser privado de ambas cosas, porque al hacerlo se convierte en un asesino indirecto. Dejar morir a un enfermo porque estoy en huelga es inhumano y criminal. Estas acciones reflejan que los médicos graduados en Honduras no reciben un concepto claro de solidaridad y compromiso para ayudar al que sufre. Tristemente la medicina se vuelve un "negocio más" en donde se trafica con el dolor y se explota la tragedia. Es por ello que se debe incluir, entre las materias que se enseñan en la Facultad de Medicina, una que aborde la solidaridad, la entrega y el sacrificio por los necesitados, algo que sí traen los que estudian en Cuba. Todos sabemos que la capitalización de la medicina produce la injusticia social más grande del planeta. El pobre se muere sin atención, pero los ricos compran la salud, la cual no es un derecho, sino unos privilegios para los que tienen poder y dinero.

El pueblo, y todos los que somos verdaderamente cristianos, no apoyamos actitudes como esta, aunque los demandantes tengan el 100% de la razón. Hay cosas que son inaceptables para uno, entre ellas el negarle a un ser humano el derecho a la salud y a la educación. ¿Quiere reclamar un derecho? Busque el sistema jurídico y aquellas formas que no afecten al inocente pueblo. Considero que con tolerancia y solidaridad este problema podría evitarse. Se está cometiendo un crimen contra el enfermo, y se debe actuar para proteger a una mayoría inocente que es la perjudicada en una situación que muestran más egoísmo que derecho jurídico, porque el fin supremo de la sociedad consiste en dar salud y educación a la población, y ambas cosas en Honduras andan muy, pero muy mal.

¿Qué hacer? El Estado debe imponer la lógica y con mano firme proteger al pobre pueblo. Los defensores de los derechos humanos deben pronunciarse y condenar tal actitud de los huelguistas y el pueblo debe mostrar su rechazo a cualquier forma de protesta que afecte la paz y la estabilidad social, poniendo en peligro la vida y la educación de los menores.