Honduras: ¿En cadena dos?
*Roberto Quesada
Las cadenas de la esclavitud atan solamente las manos: es la mente la que hace al hombre libre o esclavo – Franz Grillparzer, dramaturgo e hispanista austriaco.
Sin duda, se nota que Honduras progresa a pasos agigantados, esa respuesta inmediata contra el anuncio del presidente de encadenarnos (realizar una cadena de radio y television dos horas diarias durante diez días) lo confirma, estamos queriendo evitar a toda costa, siquiera, el recuerdo de la esclavitud que de una u otra forma hemos vivido históricamente y uno de esos símbolos nefastos lo es, sin duda, las cadenas.
Al presidente le faltó aclarar de que existen variedad de cadenas y que él no se refería a esas que el pueblo hondureño recuerda con tanto temor, esas que prevalecieron en los tiempos –y desde antes-- de Suazo Córdoba (1982-1986) y Azcona del Hoyo (1986-1990), en la falsa democracia que quisieron implantarnos o que dijeron que existía.
Por ello no entiendo a periodistas, analistas e historiadores que una y otra vez equívocamente comienzan el conteo de nuestro pasado militarista a la vida constitucional a raíz de la eleccion de Roberto Suazo Córdova. No es cierto, eso es una falacia, en ese tiempo hubo desapariciones, torturados, imperaba la amenaza no sólo de hablar sino hasta de bostezar en un lugar equivocado y frente a alguien poderoso que se sintiese aludido por ese bostezo. Además, son los tiempos en que los cancilleres hondureños juraban ante el mundo que Honduras no era el refugio y plataforma de ataque de la contra nicaraguense). Quizá los amagos de democracia comienzan con Carlos Roberto Reina (1994-1998) y su enfrentamiento directo a los intocables militares de la época (claro, tuvo que hacer algunas concesiones). Por supuesto, profundizar en esto nos llevará a la triste realidad de que nuestro gobierno principal casi siempre ha estado fuera de las fronteras patrias.
Dentro de estos gobiernos existe uno que al analizarlo no sabemos si la madre naturaleza fue aliada para bien, por duro que parezca, me refiero al de Carlos Roberto Flores (1998-2002), pues la barrida que dio el huracán Mitch, para que casi comenzáramos de cero, hizo posible que el presidente fuera escuchado en su llamado de “empujemos todos en una misma dirección”. Me parece injusto que un pueblo trabajador y soñador como el hondureño sólo pueda llenarse de una débil esperanza de un futuro mejor cuando nos embate la tragedia.
Y si continuamos por ese rumbo veremos el desprestigio internacional de pasadas administraciones hondureñas, incluyendo a un ex presidente deportado desde el aeropuerto de Miami. Todo esto lo que nos da como resultado es que Honduras ha andado y anda en búsqueda de la democracia, que la democracia no es eso que nos han tratado de dar como atole con dedo.
La circunstancia presidencial de la administración de Mel Zelaya es diferente a otras de sudamérica, puesto que su presidencia procede de un partido tradicional que, al igual que su máximo partido opositor, está controlado por fuerzas de poder económico que en ningún momento están preocupadas por un futuro digno de la patria llamada Honduras sino por sus intereses personales: el crecimiento de sus empresas, tener cuotas de poder dentro de los gobiernos mismos para desde allí dominar y manejar de manera antojadiza la vida entera de un país. Claro, esto no quiere decir que no haya dentro de estos partidos verdaderos hondureños que sí están comprometidos por construir una Honduras mejor.
Para ilustrar con ejemplos, son muy diferentes los casos de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, ellos llegaron al poder ya enfrentados en campaña contra la oligarquía de sus respectivos países (este enfrentamiento directo se convierte en educativo para el pueblo con la idea de que se prepare para respaldar su gobierno con las futuras batallas que tendrá que librar contra la clase dominante), entonces es claro que al llegar ellos al poder ya la situación de sus aliados y enemigos dentro de sus países estaba por hecho definida. Así en este escenario es hasta lógico que era inevitable el enfrentamiento directo entre los medios de comunicación y los ideales reformistas que buscan sus gobiernos.
Este enfrentamiendo se daba por sentado porque los propietarios de los medios de comunicación, en su mayoría, a lo largo y ancho de América Latina, son empresarios metidos en política o políticos convertidos en empresarios. Habría que preguntarse qué fue primero: si sus otras empresas y el poder político o fabricarse un medio de comunicación con la misión principal de defender sus intereses. Si estos intereses se ven amenazados, y más todavía con las olas de cambio que han vuelto a envolver a América Latina, pues lo inmediato es atacar a cualquier gobierno que pretenda o simplemente haga un guiño a esa ola libertadora.
Sobre este tema, en su artículo titulado: Comienza la insurrección contra la dictadura de los medios de comunicación, escribe el periodista español Pascual Serrano: “Frente a este eje conservador existen organizaciones masivas de periodistas concienciadas en la necesidad de que su profesión no dependa de decisiones empresariales como la Federación Latinoamericana de Prensa (FELAP), proyectos informativos de los que se espera posiciones alternativas al modelo de información vigente en las grandes agencias como Al Jazzera o Telesur, numerosos profesionales de la comunicación que no dejan de organizarse y coordinarse para señalar las manipulaciones, mentiras e intereses a los que sirven los grandes medios, y gobiernos que están sufriendo y comprendiendo la necesidad de que la misma democracia y participación ciudadana que los aupó al poder y les exige reformas en su país, debe llegar a los medios de comunicación si no quieren tenerlos como principal batería de desestabilización política. Son todos estos últimos los que han dicho basta, y ya comienzan a levantarse contra la dictadura mediática vigente, esa que quita la voz de los críticos al sistema económico imperante, no permite que las leyes democráticas erosionen los privilegios de las empresas multinacionales de comunicación y se arroga el derecho a quitar y poner gobiernos.” (www.pascualserrano.net).
Honduras ha vivido entre cadenas, y no me refiero a las cordilleras que se alzan a lo largo de nuestro país sino a cadenas como las del poder que se van heredando a hijos y nietos; las cadenas de la pobreza en que trata de subsistir la mayoría del pueblo hondureño; las cadenas de la desinformación que no necesariamente tienen que estar diciendo lo mismo a la misma hora ya que son de veinticuatro horas al día y funcionan en algo así como reacción en cadena; las cadenas de la corrupción que van desde concesiones, negocios turbios hasta el nepotismo y amiguismo; las cadenas de hamburguesas y pizzerías sin regulaciones para la salud del hondureño; y así infinidad de cadenas de las cuales el mismo hondureño es inconsciente que lo tienen atado. No todo está perdido, existen otras cadenas como las informativas que fluyen ahora por internet en medios alternativos y que hacen posible que ya la información y análisis no sean solamente posesión de los medios de comunicación tradicionales.
Creo que una cadena como la que pretende el gobierno es necesaria, y en ningún momento nociva para la salud mental del pueblo hondureño, quizá donde el presidente falló fue en la forma confrontativa de anunciarla. De esta manera hasta periodistas que no hacen sino trabajar para el sustento de sus familias y propio se sienten directamente aludidos, cuando la realidad es que ellos, en su mayoría, están en la marea entre la lucha de poderes. Por supuesto, existen también aquellos “periodistas” que han hecho del chantaje y la amenaza su modus vivendis. Ya he dicho en artículos anteriores: la sed de democracia ha llevado a que se confunda la libertad con el libertinaje.
De todas maneras, para ningún gobierno que se respete es saludable creerse autosuficiente o andarse granjeando disidentes sólo porque sí, pues, al fin de cuentas, como lo ha demostrado la historia, no hay enemigo pequeño.
Por otro lado, quizá dos horas diarias sea un exceso y mejor y más fructífera sería si es una, tomando en cuenta que es la hora de ir a descansar de un pueblo que ya parece cansado de tanto que le han usurpado sus derechos a través de su existencia.
Para quienes arremeten contra la decisión del gobierno de buscar la vía de darle su versión de los hechos al pueblo, el gobierno puede discutir también que al intentar negarle su derecho a tener una cadena informativa es una forma de atentar contra la libertad de expresión ya que quienes gobiernan también son hondureños y su objetivo primordial es informar al pueblo sobre la labor que éste les ha encomendado al haberlos electo de manera soberana para manejar el destino de la nación.
Nota: Lectora y lector, les propongo otra cadena, si les gustó el presente, por favor, hacerlo circular. Gracias.
Nueva York NY 25 Mayo 2007
robertoquesada@hotmail.com
* Roberto Quesada: Escritor y diplomático hondureño, autor de varios libros, entre los que destacan Big Banana (Seix Barral), Nunca entres por Miami (Mondadori) Los barcos (Baktún),La novela del milenio pasado (Tropismos, Salamanca), y es Consejero de la Misión de Honduras ante las Naciones Unidas.
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