14 abril 2007

“No son todos los que...

Gloria Leticia Pineda
Están ni están todos los que son”. Ésa es la tragedia de Honduras, pero es una tragedia buscada, provocada.

Los candidatos a presidentes se promueven durante las campañas electorales con todas las virtudes y dones para manejar con sabiduría el país.

Pero constituyen con torpeza su gabinete, con mente política, sin orgullo, ni vanidad, de hacerse acompañar de personas idóneas para determinado compromiso, como secretarios de Estado o directores de entes descentralizados.

Les falta madurez, lo cual no les permite cambiar su mentalidad política por una mentalidad empresarial.

Nombran a sus amigos más cercanos y parientes.

¡La idoneidad al carajo! Cometen el gran error de decidir “el puesto para la persona” y no el funcionario afín, capaz, para la misión que se le va a confiar.

Yo era una niña durante la época del general Carías y la política no era uno de mis afanes, pero me impresiona ver fotos históricas de la conformación de ese gobierno.

Es la creencia popular de “que el hábito no hace el monje”; creo todo lo contrario. T

odos los ministros aparecían vestidos de rigurosa etiqueta en fotos oficiales, se prefería que los secretarios de Estado fueran abogados y por lo que se percibe, todos ellos con estampa de líderes.

Sus ministros más notorios fueron: Antonio Bermúdez, Silverio Laínez, Jesús María Rodríguez, líder copaneco y en Educación, un gran profesor, don Ángel Hernández.

El ministro de Guerra era el doctor Juan Manuel Gálvez, quien acostumbraba hacer recorridos por el territorio nacional. En La Esperanza, Intibucá, no había buenos hoteles.

Un día unos soldados tocaron la puerta de mi casa con sendas maletas y dijeron: “Son del ministro de Guerra”, como éramos niños estábamos muy impresionados; mi padre Octavio Pineda era empleado del gobierno y con gusto sirvió de anfitrión. Gálvez llegó con su esposa y Doris Stone, a quien le gustaban las expediciones y hacían excursiones montaña adentro, por Intibucá y Lempira.

El vicepresidente de Carías era Abraham Willians Calderón, ingeniero egresado del famoso MIT, Instituto Tecnológico de Massachusetts, un líder conspicuo dentro del Partido Nacional.

El gobierno del doctor Gálvez guardó cierta tradición con su antecesor, especialmente en la cuidadosa escogencia de sus colaboradores, pero con una mentalidad más liberal; era muy conciliador. Sus secretarios de Estado sólo eran 9: Hacienda, Marco Batres; ministro de Guerra, don Leónidas Pineda; Carlos M. Gálvez, Educación; Relaciones Exteriores, Edgardo Valenzuela y de Agricultura, Benjamín Membreño Marín.

Hay que incluir al director del Impuesto sobre la Renta, don Gabriel Mejía, quien actuaba con rango de ministro y sentó buenas bases de eficiencia para lo que vino después.

He dejado intencionalmente por último a su vicepresidente don Julio Lozano h., que tenía bajo su responsabilidad tres secretarías de Estado: Gobernación, Justicia y Obras Públicas. Le era posible atenderlas por igual, pues era un hombre muy organizado y sus viceministros eran afines a él.

Ya las 8.00 am estaba en su despacho y todos sus subalternos trabajaban en forma disciplinada.

Don Julio era un líder, con ideas bien estructuradas; creo que hubiera sido un buen mandatario, pero quiso serlo por la ruta equivocada y eso lo destruyó políticamente.

Los asesores del gobierno de Gálvez eran rigurosamente escogidos, sin discriminación política, en particular quienes estructuraron la Comisión Organizadora de la Banca Nacional.

Cuando iba a la Casa de la Cultura, podía ver desde la calle aquel grupo de señores, todos de “primera línea”, trabajando hasta altas horas de la noche: Marco Batres, Roberto Ramírez, Guillermo López Rodezno, Tomás Cáliz Moncada, Samuel DaCosta Gómez y Adolfo Midence. Su fruto inmediato fue el Banco Central de Honduras y Banco Nacional de Fomento, totalmente despolitizados.

Trabajé 7 años en el BNF, además de su presidente Guillermo López Rodezno y su vicepresidente René Cruz, nacionalistas, la mayoría de los empleados fue liberal.

En otro contexto, la buena organización de la Banca Nacional se debió al aporte de técnicos extranjeros: Paul Vinelli, Manuel Tosco y Jorge St.Siegens.

La Oficina de Prensa de Casa Presidencial era manejada por distinguidos periodistas, entre ellos Humberto López Villamil y tres magníficos profesionales a quienes llamaban los “trillizos”: Alejandro Castro h., Santos Juárez, olvidé el tercero.

Gálvez fue muy respetado aún entre los adversarios políticos, el suyo era un régimen muy austero. Usaba su propio automóvil para movilizarse, el paseo de la tarde era con sus amigos Abelardo Pineda Ugarte, Hernán López Callejas y Wilfredo Ravineau.

Caminaba desde su casa hasta a la Presidencial y se detenía en la Barbería Rialto. Nunca necesitó guardaespaldas, ni se movilizó en caravanas faraónicas. (Continuará)

1 Comments:

At 24 mayo, 2007 18:59, Anonymous Anónimo said...

Muy buen artículo Doña Leticia, la felicito! Habemos jóvenes (tengo 36 años y soy un padre de 3 niñas menores de 7 años) muy preocupados por este tema de las virtudes. ¡No nos gusta para nada en lo fea que se está convirtiendo nuestra sociedad! ¿Qué hacemos para recuperarla?

 

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