Los fiscales, la crisis y el pastor
La Trinuna, Martes 29 Abril 2008
Juan Ramón Martínez
Un reducido grupo de fiscales, que inicialmente fueron menospreciados tachándoles de idealistas, está concitando a su alrededor el viejo y acumulado malestar de la sociedad con respecto a la operación de las instituciones públicas. Que si no se hace algo y pronto, puede derivar en una crisis que haga temblar las bases de la frágil institucionalidad en que vivimos. Como siempre, descuidados de la conveniencia de los análisis serios, mostramos incapacidad para entender las cosas, que si lo hiciéramos bien, nos permitiría extraer las enseñanzas que son tan necesarias para el perfeccionamiento de la vida social y política de cualquiera nación. Más bien, ante la crisis que plantean los fiscales, los bandos confrontados han echado mano a la descalificación, pasado por alto entonces, la discusión de los temas torales que deben ser el centro de nuestras preocupaciones en vista que allí --y no en otra parte-- es donde se encuentran todos los males de nuestro país.
Han sido innecesarios los ataques en contra los fiscales en huelga. E incluso imprudentes e inconvenientes, los que se han hecho en contra de Evelio Reyes que, sensibilizado frente a la tremenda injusticia que todos conocemos pero que nadie tiene valor de denunciar, no ha hecho otra cosa que colocarse al frente, ofreciendo su concurso y su talento para buscar arreglos mediante el diálogo. Pero en vez de valorar esa salida de la "sacristía", para encarar la injusticia que priva en Honduras, lo que se le reclama es por el precio del reloj que usa y por la tela que están hechos sus trajes de calle. Como si ello fuese el asunto central en una personalidad que, como la de Reyes, no sólo tiene derecho a intervenir como hondureño, sino que reclamar y exigir --con pasión y enojo incluso-- como líder religioso que entre nosotros se respete la ley, se busque lo mejor para todos y, fundamentalmente, que no se continúe engañando como se ha venido haciendo hasta ahora, a toda la población.
La reacción de Evelio Reyes, ante lo que considera engaño de parte del Congreso que, mientras estaba negociando con la comisión que él encabeza, se reunió para tomar decisiones que pudieron consensuarse con el líder evangélico que, ante el engaño --que por demás no está acostumbrado a ser víctima-- ha reaccionado en una forma que, no ha dejado de sorprender, incluso a quienes creíamos que le conocíamos bien. Y es que Reyes, pese a su enorme experiencia como predicador, no conocía la naturaleza interna del Congreso; ni mucho menos la falta de seriedad de su actual presidente que, sin vacilación alguna, dio un paso que, en vez de arreglar las cosas, más bien las ha complicado. Es decir no había sentido en carne propia el irrespeto del sistema político a la persona humana, la burla de los líderes que dirigen las instituciones que creen que la población ha sido inventada para ser juguete de sus pasiones infantiles; ni mucho menos, el dolor que provoca ser menospreciado y engañado por quienes, están obligados a respetar para ser respetados. Ante estos golpes, la reacción de Evelio Reyes, no sólo la comprendo, sino que la respaldo y la celebro. Porque por primera vez, un líder evangélico enfrenta la injusta forma de manejar las cosas públicas, llamando las cosas por su nombre y con el tono que corresponde a las dignidades ofendidas por quienes están obligados a respetarlas. Además esta reacción del pastor Evelio Reyes, parece confirmar que el cuestionamiento del sistema, la destrucción de las estructuras injustas que tantos daños provocan; y la introducción de las reformas necesarias para hacer que el país salga del marasmo actual, vendrán inevitablemente desde la sociedad civil. Los partidos no quieren asumir la tarea. Más bien, parecen muy cómodos zopilotes que celebran con ojo grande la carroña que nos rodea. Y creen contentar al pueblo, cuando de tarde en tarde, muestran alguna indolente intención de bregar con algunas crisis periféricas del sistema del cual son parte.
Las instituciones tampoco son solución. El sistema judicial está agotado y, por más que hagamos cambios de personas, no nos dará más. El Congreso, en la medida en que ya no representa al pueblo, sino que los diputados son los dueños de la voluntad de los electores, se ha vuelto incapaz para introducir las reformas necesarias para evitar los problemas que nos ocupan. El Poder Ejecutivo, en vez de ayudar, contribuye, a aumentar la crisis, haciendo declaraciones o animando renuncias que aunque oportunas en una crisis menor, son inconvenientes en este momento en que ya no se pelea entre los partidos políticos, sino que con los propietarios y verdaderos dueños de la escasa voluntad que todavía se observa en el país.
En conclusión, Evelio Reyes no es el villano. El no ha inventado la crisis. Su servicio es llamarnos la atención, indignado hasta los tuétanos por la forma irresponsable como funcionan las instituciones. Lo que nos toca a todos, no es atacarle; ni descalificarlo. Más bien le debemos agradecer que por su sensibilidad, nos damos cuenta que este país está por llevárselo el diablo. Y que en las vísperas, el pueblo, sin que nadie lo convoque, un día saldrá a la calle para sacar del poder a los mercaderes del templo. Y, será muy tarde.
Han sido innecesarios los ataques en contra los fiscales en huelga. E incluso imprudentes e inconvenientes, los que se han hecho en contra de Evelio Reyes que, sensibilizado frente a la tremenda injusticia que todos conocemos pero que nadie tiene valor de denunciar, no ha hecho otra cosa que colocarse al frente, ofreciendo su concurso y su talento para buscar arreglos mediante el diálogo. Pero en vez de valorar esa salida de la "sacristía", para encarar la injusticia que priva en Honduras, lo que se le reclama es por el precio del reloj que usa y por la tela que están hechos sus trajes de calle. Como si ello fuese el asunto central en una personalidad que, como la de Reyes, no sólo tiene derecho a intervenir como hondureño, sino que reclamar y exigir --con pasión y enojo incluso-- como líder religioso que entre nosotros se respete la ley, se busque lo mejor para todos y, fundamentalmente, que no se continúe engañando como se ha venido haciendo hasta ahora, a toda la población.
La reacción de Evelio Reyes, ante lo que considera engaño de parte del Congreso que, mientras estaba negociando con la comisión que él encabeza, se reunió para tomar decisiones que pudieron consensuarse con el líder evangélico que, ante el engaño --que por demás no está acostumbrado a ser víctima-- ha reaccionado en una forma que, no ha dejado de sorprender, incluso a quienes creíamos que le conocíamos bien. Y es que Reyes, pese a su enorme experiencia como predicador, no conocía la naturaleza interna del Congreso; ni mucho menos la falta de seriedad de su actual presidente que, sin vacilación alguna, dio un paso que, en vez de arreglar las cosas, más bien las ha complicado. Es decir no había sentido en carne propia el irrespeto del sistema político a la persona humana, la burla de los líderes que dirigen las instituciones que creen que la población ha sido inventada para ser juguete de sus pasiones infantiles; ni mucho menos, el dolor que provoca ser menospreciado y engañado por quienes, están obligados a respetar para ser respetados. Ante estos golpes, la reacción de Evelio Reyes, no sólo la comprendo, sino que la respaldo y la celebro. Porque por primera vez, un líder evangélico enfrenta la injusta forma de manejar las cosas públicas, llamando las cosas por su nombre y con el tono que corresponde a las dignidades ofendidas por quienes están obligados a respetarlas. Además esta reacción del pastor Evelio Reyes, parece confirmar que el cuestionamiento del sistema, la destrucción de las estructuras injustas que tantos daños provocan; y la introducción de las reformas necesarias para hacer que el país salga del marasmo actual, vendrán inevitablemente desde la sociedad civil. Los partidos no quieren asumir la tarea. Más bien, parecen muy cómodos zopilotes que celebran con ojo grande la carroña que nos rodea. Y creen contentar al pueblo, cuando de tarde en tarde, muestran alguna indolente intención de bregar con algunas crisis periféricas del sistema del cual son parte.
Las instituciones tampoco son solución. El sistema judicial está agotado y, por más que hagamos cambios de personas, no nos dará más. El Congreso, en la medida en que ya no representa al pueblo, sino que los diputados son los dueños de la voluntad de los electores, se ha vuelto incapaz para introducir las reformas necesarias para evitar los problemas que nos ocupan. El Poder Ejecutivo, en vez de ayudar, contribuye, a aumentar la crisis, haciendo declaraciones o animando renuncias que aunque oportunas en una crisis menor, son inconvenientes en este momento en que ya no se pelea entre los partidos políticos, sino que con los propietarios y verdaderos dueños de la escasa voluntad que todavía se observa en el país.
En conclusión, Evelio Reyes no es el villano. El no ha inventado la crisis. Su servicio es llamarnos la atención, indignado hasta los tuétanos por la forma irresponsable como funcionan las instituciones. Lo que nos toca a todos, no es atacarle; ni descalificarlo. Más bien le debemos agradecer que por su sensibilidad, nos damos cuenta que este país está por llevárselo el diablo. Y que en las vísperas, el pueblo, sin que nadie lo convoque, un día saldrá a la calle para sacar del poder a los mercaderes del templo. Y, será muy tarde.
Etiquetas: corrupción, fiscalía, políticos
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home