25 abril 2006

Exenciones fiscales



Aníbal Delgado Fiallos
Las exenciones fiscales, esto es la dispensa del pago de impuestos y de aranceles, puede en algún momento apoyar el desarrollo de la producción, pero en Honduras se ha venido abusando de ellas a tal grado que el déficit fiscal y la deuda externa responden a esta tendencia.

Cuando se establecieron los incentivos fiscales al desarrollo industrial se tenía entendido que los recursos que las empresas ganaban al acogerse a los mismos, serían reinvertidos para ampliación de las plantas o para iniciar otras actividades productivas; la acumulación así realizada, positiva desde todo punto de vista, solucionaría en parte la escasez de capitales, crearía empleo y dinamizaría el desarrollo.

Pero estas expectativas no se cumplieron porque cuando se evaluó el sistema de incentivos se encontró que las ganancias incrementadas a costa del no pago de impuestos en la gran mayoría de los casos no sirvieron para crear más inversiones, sino que fueron dilapidadas por los empresarios beneficiados en gastos suntuarios o colocadas como depósitos en el exterior.

Estamos en una economía de libre empresa respondieron muchos, cada quien puede hacer lo que se le antoje con su dinero. Cierto, pero entonces lo honesto es competir como se debe sin la muleta benefactora del Estado y sin financiarse lujos a costa de la pobreza del país.

Durante el Vía Crucis de Semana Santa, el cardenal Rodríguez denunció el crecimiento alarmante de una minoría opulenta frente a la miseria de la mayoría; esa opulencia en gran medida es producto de prácticas de evasión de impuestos ya sea por la vía legal mediante los regímenes de exención de tributos, el fraude y el contrabando o a través del incumplimiento de los contratos con el Estado.

Es digno de respeto un capital forjado mediante el trabajo limpio y la iniciativa creadora, integrado al desarrollo del país y con expedientes limpios en sus relaciones con el fisco, pero ¿qué de aquéllos forjados al amparo de la evasión fiscal o de prácticas que niegan la libre competencia?

El Congreso Nacional actuó correctamente al rechazar las pretensiones de InterAirports por condonación de multas y exoneración de impuestos, y es de esperar que se eliminen todas aquellas franquicias fiscales que ni estimulan la producción ni sirven para nada.

¿Cuánto le cuestan al Estado estas exenciones improcedentes y la evasión fiscal? Se habla que rondan los 30 mil millones de lempiras. ¿No es acaso un crimen que mientras miles de hondureños sobreviven en la extrema pobreza, cuatro lagartos vivan en el despilfarro a costa del Estado?