El chaleco de la corporación municipal
Leí con sorpresa en las noticias acerca de la pretensión de la corporación municipal de Tegucigalpa de obligar a todos los conductores de motocicletas a portar un chaleco con las "placas del vehículo para identificación". El chaleco -que seguramente estaría a la venta en la misma municipalidad- marca a los motociclistas como ciudadanos distintos que tienen que usar un número de serie en su ropa para ser identificados por las autoridades. En Israel les divertiría muchísimo este método de identificación, pues probablemente los judíos fueron considerados motocicletas humanas por los nazis cuando les pusieron numeraciones en la piel a sangre y fuego.
El primer problema con esta idea es que es inconstitucional: ¿Puede la municipalidad de Tegucigalpa obligar a sus ciudadanos a vestirse de determinada manera? Si el ciudadano o ciudadana está en pleno ejercicio de sus derechos, la respuesta es NO. A menos, por supuesto, que la municipalidad de Tegucigalpa esté empecinada en verse cubierta, hasta El Picacho, por demandas en los tribunales de justicia.
El otro problema con esta idea "radical" es que se trata de una completa insensatez. El argumento que usa la corporación es el de "identificar a los que cometen crímenes desde este medio de transporte con lo que se refuerza la seguridad del pueblo capitalino". Es decir: ¿los secuestros se cometen en motocicleta? ¿Los asaltos a bancos se cometen en motocicleta? ¿El narcotráfico traslada sus toneladas de droga en motocicleta? ¿El gasolinazo y el pasaportazo, fueron perpetrados en motocicletas? ¿La violencia doméstica? ¿El maltrato infantil? ¿La prostitución de niños y niñas?¿Los robos a viviendas? ¿La estupidez burocrática? ¿Los gobiernos estultos? Todos ellos crímenes en contra de la población hondureña, repetimos, ¿se cometen encaramados en una motocicleta?
Tengo una idea mejor: ¿por qué no ponemos… AHÍ DONDE YA ESTÁ,PERFECTAMENTE VISIBLE, LA PLACA DE LA MOTOCICLETA?
Y propongo una idea más radical todavía para nuestra despistada corporación municipal. ¿Por qué no combatimos el crimen y la inseguridad con políticas verdaderas, a largo plazo y como producto del estudio serio en lugar de estar inventando ideas de gaznápiros? ¿Por qué no ordenamos el tráfico vehicular en Tegucigalpa, que como El Heraldo ha reportado ya, esta fuera de control? ¿Por qué no aseguramos el suministro de agua a los cientos de miles de personas que viven en las colonias marginales y no tan marginales que no la reciben? ¿Por qué no crear una Oficina Municipal de la Mujer como si lo han hecho al menos otras 50 municipalidades en Honduras? ¿Por qué no dar a conocer cada tres meses el informe de gastos de la municipalidad en el que se explique con claridad y transparencia los usos que se ha dado al dinero de los capitalinos? ¿Cuánto se gasta,por ejemplo, en publicidad y no en obras? ¿Por qué no se arreglan los edificios municipales para dar el acceso que la ley exige para las personas con discapacidades físicas?
Estas serían resoluciones importantes para dar lugar a ordenanzas municipales que realmente contribuyan a mejorar la calidad de vida de los habitantes de esta atribulada ciudad. Sin embargo, la presente corporación municipal se ha iniciado danto tumbos y sin tener la menor nebulosa idea de cómo gobernar. Por ello se ha destacado hasta ahora por la aprobación apresurada, inconsulta y poco pensada de ordenanzas que, como la de los "chalecos motociclistas" no son ni siquiera soluciones cosméticas para el problema que pretenden abordar. Sólo hay un chaleco que se puede evidenciar como resultado de proponer semejantes majaderías y ese es el chaleco de fuerza que se usa en la imaginación a la hora de gobernar nuestra ciudad.
Tegucigalpa, abril, 2006.
Sergio Fernando Bähr (*)
(*) Sociólogo y motociclista.
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