Y es así como van cien
En los ciento y un días, la carne de res está más cara y la de pollo también, pero eso sí, tenemos un nuevo producto barato y hecho por nosotros mismos, made in montuniscatrachis: es la cultura de la soberanía e independencia de criterios del Presidente, esto es, tenemos un mandatario que no se deja manipular ni influir por intereses que no sean los intereses sociales del país. ¡Qué tal!
En “Cien años de soledad”, otros cien, el patriarca y sus hombres buscaron la ruta de los grandes inventos, aquí ya la encontramos. Queda ahora, somos hombres malabaristas en infecundidades, ver si podemos iniciar una producción a escala de este novedoso bien cultural y exportarlo para no depender tanto de las remesas familiares que vienen de quienes huyen de la democracia estilo Honduras. También, como efecto colateral, impediríamos la fuga diaria de los 400 hondureños que se nos van a los yunai. ¡Ajá!
Está escrito, en el evangelio según Mel, la necesidad de ocupar una buena parte de los ciento y un días en despotricar contra quienes nos gobernaron en el período anterior, pero, en las instancias judiciales no hay ningún juicio incoado para castigar a los dueños de tales acciones dolosas contra la sociedad. Como en “Cien años de soledad”, otros cien: “En Macondo no ha pasado nada, ni está pasando ni pasará nunca. Éste es un pueblo feliz.”
En los ciento y un días se aprobó el presupuesto general con más de 83 mil millones extraídos del evangelio ese y, para variar, seguimos en la misma línea. El Consejo Consultivo del programa de la Estrategia de Reducción de la Pobreza quedó sin dar consejo de cómo utilizar los recursos de la condonación de la deuda. El reloj de puño, el de cabecera de cama, el de los parques, el de la leontina y el de la catedral de Comayagua nos indican la existencia de un Gobierno adelantado, al mover una hora los relojes. ¡Ajá suizos y no eran ustedes los gallos en los relojes!
Estos ciento y un días se parecen al Cien pies, otros cien, de cuerpo largo, con muchos zapatos para conducirlo y de repente vemos la parte frontal dirigirse hacia un punto específico, pero la mitad del cuerpo va para otro y la cola hacia otro. Además, este Cien pies, y con el perdón del poeta, es el Cien pies cojo, cojea por todas partes, como que unos cuantos zapatos le quedan muy grandes y le cuesta dominarlos.
Los ciento y un días no son como los famosos cien días, otros cien, del efímero gobierno de Bonaparte, el cual comenzó en marzo de 1815. Para nosotros es una forma de ver los primeros ciento y un días como un adelanto de lo que serán los cuatro años, no se trata de que se arregle el país en ese tiempo, es simple presión para quienes nos tienen acostumbrados a tener dos Honduras: una oficial y otra real, la primera de buenas cifras macroeconómicas y la segunda, de pobreza y miseria. Por la víspera se conoce la feria.
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