Paso que dura...
Gloria Leticia Pineda |
"Y no que madura”. Así va la licitación de combustibles. Y lo que es pérdida de tiempo es pérdida de dinero. El amor es mala divisa para los negocios. Hay que hacerlos fríamente para no perder la objetividad y las perspectivas.
Mucho antes que opinara Arturo Corrales, el público intuía que esa licitación estaba o iba al fracaso. Los licitadores escogieron a Conoco (no te conozco), la más desvalida de todas las compañías norteamericanas que operan en esa actividad.
Los nombres familiares de Esso, Texaco, Shell, Chevron, no son “islotes” sino subsidiarias de empresas muy fuertes y bien organizadas.
El gobierno por ignorancia o irresponsabilidad, aprobó la decisión de los “notables”, sin haber estudiado que Conoco no tenía infraestructura para transportar, importar, menos distribuir los derivados de petróleo, entonces se ve en la necesidad de cometer actos de piratería contra las otras homólogas establecidas en Honduras.
Ha habido un evidente favoritismo para que opere esa firma, pero su debilidad no puede ocultarse: prórrogas, inercia muchas complicaciones.
Tanta incertidumbre tiene alarmado al público, con el temor justificado que una compañía endeble nos lleve a una crisis de combustible, con grave daño a la economía del país. Todavía es tiempo de rectificar y no vivir de fantasías.
“Estado de derecho” no es la “bazuca” en manos del presidente. Está diseñado para garantizar que todos los ciudadanos que habitan en Honduras, nacionales o extranjeros, estén protegidos en sus derechos civiles, legales, sus intereses personales.
En Estados Unidos se dice “Somos un país de leyes”, es más definido y concreto, en cambio “estado de derecho” es pura figura semántica, difusa, que ni los abogados explican con claridad.
¿Quién indemnizará, dentro del “Estado de Derecho” a todas esas gasolineras independientes de sus millonarias pérdidas? Los distribuidores particulares repartidos por todo el país, no son “adinerados”, quedan desprotegidos ante tan bárbara arbitrariedad.
Es muy fácil para un presidente tocar la fibra emotiva de un pueblo consumidor de combustibles, si lo hace en forma autocrática, especialmente contra esa gente que se sacrifica para alquilar una gasolinera.
Para complicar las cosas y aumentar los costos de operación ahora el Gobierno habla que importará técnicos peruanos para que manejen las operaciones de la Dippsa.
Eso sólo tiene una explicación: falta de solidaridad y orgullo por lo nuestro. Hay un episodio favorito para mí, que siempre me infla de patriotismo. Se presentó una plaga de “gorgojo mexicano”, que estaba diezmando nuestros bosques.
Desde el Canal de Panamá el ejército norteamericano mandó dos aviones “Hércules” transportando varios helicópteros en cajas. Dos días después arriban a la Fuerza Aérea los técnicos “gringos” y preguntaron ¿Dónde están las cajas?, los mecánicos de la FAH se quedaron viendo entre sí sin poder contestar, el más atrevido señaló ¿ Serán aquellos?: seis helicópteros perfectamente alineados.
Los visitantes se acercaron a ellos con desconfianza, una vez inspeccionados dijeron con halago y franqueza: “Los hondureños son muy inteligentes. ¿Quién nos iba a decir que pudieran armarlos sin ningún manual o instructivo?”
Si en Honduras se respetara y aprovechara el recurso humano criollo no tendríamos que envidiar a los países asiáticos, ellos carecen de recursos naturales que a nosotros nos abunda, todo su esfuerzo es desarrollar, aprovechar el recurso humano, razón de su espectacular adelanto.
Aquí abundan buenos técnicos desempleados, algunos con estudios en el extranjero. Los combustibles huelen a gasolina, la gasolina huele mal, pero ha llegado a punto de pestilencia, los millones que ha producido en manos de políticos, burócratas, militares, “presta nombres” empresarios protegidos.
La historia es larga, sucia, vergonzosa. Y el resto de los hondureños como estúpidos espectadores ante tanto ladrón de los bienes nuestros.
El presidente Zelaya pudo trascender en un acto sincero, patriota, que nos beneficiaría a todos: rebajar los impuestos a la “factura petrolera”, que solo sirve para mantener el boato, despilfarro del gobierno.
No hay para medicinas, escuelas sin techo, las cosechas de café de pobres agricultores se están perdiendo porque las vías se han vuelto resbalosas.
Y mil penurias más por la glotonería de quienes nos gobiernan. Alguien canta “No hay otro pueblo más macho que el pueblo catracho del cual vengo yo”.
Todos desaparecieron, sólo tenemos machos, mulas, bueyes. Un pueblo inerme que no pelea por lo suyo no merece respeto. Está condenado al atraso cultural, social y lo que es peor: al desaparecer la autoestima individual, borra la autoestima nacional y eso es trágico para un pueblo.
Mucho antes que opinara Arturo Corrales, el público intuía que esa licitación estaba o iba al fracaso. Los licitadores escogieron a Conoco (no te conozco), la más desvalida de todas las compañías norteamericanas que operan en esa actividad.
Los nombres familiares de Esso, Texaco, Shell, Chevron, no son “islotes” sino subsidiarias de empresas muy fuertes y bien organizadas.
El gobierno por ignorancia o irresponsabilidad, aprobó la decisión de los “notables”, sin haber estudiado que Conoco no tenía infraestructura para transportar, importar, menos distribuir los derivados de petróleo, entonces se ve en la necesidad de cometer actos de piratería contra las otras homólogas establecidas en Honduras.
Ha habido un evidente favoritismo para que opere esa firma, pero su debilidad no puede ocultarse: prórrogas, inercia muchas complicaciones.
Tanta incertidumbre tiene alarmado al público, con el temor justificado que una compañía endeble nos lleve a una crisis de combustible, con grave daño a la economía del país. Todavía es tiempo de rectificar y no vivir de fantasías.
“Estado de derecho” no es la “bazuca” en manos del presidente. Está diseñado para garantizar que todos los ciudadanos que habitan en Honduras, nacionales o extranjeros, estén protegidos en sus derechos civiles, legales, sus intereses personales.
En Estados Unidos se dice “Somos un país de leyes”, es más definido y concreto, en cambio “estado de derecho” es pura figura semántica, difusa, que ni los abogados explican con claridad.
¿Quién indemnizará, dentro del “Estado de Derecho” a todas esas gasolineras independientes de sus millonarias pérdidas? Los distribuidores particulares repartidos por todo el país, no son “adinerados”, quedan desprotegidos ante tan bárbara arbitrariedad.
Es muy fácil para un presidente tocar la fibra emotiva de un pueblo consumidor de combustibles, si lo hace en forma autocrática, especialmente contra esa gente que se sacrifica para alquilar una gasolinera.
Para complicar las cosas y aumentar los costos de operación ahora el Gobierno habla que importará técnicos peruanos para que manejen las operaciones de la Dippsa.
Eso sólo tiene una explicación: falta de solidaridad y orgullo por lo nuestro. Hay un episodio favorito para mí, que siempre me infla de patriotismo. Se presentó una plaga de “gorgojo mexicano”, que estaba diezmando nuestros bosques.
Desde el Canal de Panamá el ejército norteamericano mandó dos aviones “Hércules” transportando varios helicópteros en cajas. Dos días después arriban a la Fuerza Aérea los técnicos “gringos” y preguntaron ¿Dónde están las cajas?, los mecánicos de la FAH se quedaron viendo entre sí sin poder contestar, el más atrevido señaló ¿ Serán aquellos?: seis helicópteros perfectamente alineados.
Los visitantes se acercaron a ellos con desconfianza, una vez inspeccionados dijeron con halago y franqueza: “Los hondureños son muy inteligentes. ¿Quién nos iba a decir que pudieran armarlos sin ningún manual o instructivo?”
Si en Honduras se respetara y aprovechara el recurso humano criollo no tendríamos que envidiar a los países asiáticos, ellos carecen de recursos naturales que a nosotros nos abunda, todo su esfuerzo es desarrollar, aprovechar el recurso humano, razón de su espectacular adelanto.
Aquí abundan buenos técnicos desempleados, algunos con estudios en el extranjero. Los combustibles huelen a gasolina, la gasolina huele mal, pero ha llegado a punto de pestilencia, los millones que ha producido en manos de políticos, burócratas, militares, “presta nombres” empresarios protegidos.
La historia es larga, sucia, vergonzosa. Y el resto de los hondureños como estúpidos espectadores ante tanto ladrón de los bienes nuestros.
El presidente Zelaya pudo trascender en un acto sincero, patriota, que nos beneficiaría a todos: rebajar los impuestos a la “factura petrolera”, que solo sirve para mantener el boato, despilfarro del gobierno.
No hay para medicinas, escuelas sin techo, las cosechas de café de pobres agricultores se están perdiendo porque las vías se han vuelto resbalosas.
Y mil penurias más por la glotonería de quienes nos gobiernan. Alguien canta “No hay otro pueblo más macho que el pueblo catracho del cual vengo yo”.
Todos desaparecieron, sólo tenemos machos, mulas, bueyes. Un pueblo inerme que no pelea por lo suyo no merece respeto. Está condenado al atraso cultural, social y lo que es peor: al desaparecer la autoestima individual, borra la autoestima nacional y eso es trágico para un pueblo.
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