¿Por qué no renuncia?
Gloria Leticia Pineda |
¿Por qué no renuncia el presidente Zelaya? ¿O por qué, ya que pregona “el poder ciudadano”, no se le ilumina la conciencia de que el ciudadano tiene nulo poder, pues él y su familia están totalmente a merced de los criminales? Nadie sabe si amanecerá vivo mañana.
Los datos que divulga MSN Latina por internet encabezan: “Honduras, el país más violento de América Latina, al morir 13 personas por día. Durante el año 2006 fallecieron 4,736 hondureños en forma violenta, lo cual equivale a una tasa de 72.5 personas por cada 100,000 habitantes.
Esa tasa está por encima del promedio de América, que en el 2002 fue de 18% y con respecto a la mundial, que en el 2000 se estimó en 8.8%”. El reporte establece que las víctimas, en un 93%, fueron hombres y el 7% mujeres. Los jóvenes son los más afectados. Los departamentos con más homicidios fueron Cortés, Atlántida, Morazán, Santa Bárbara y Copán, todos ellos con más de 60%.
El general Álvaro Romero puede ser el hombre más honorable de Honduras, el más bueno, un émulo de San Francisco de Asís, pero en 13 meses de ser ministro de Seguridad Pública ha demostrado no ser la persona idónea. Le falta personalidad, autoridad, agilidad y presteza en el mando. Ni ciudadanos ni periodistas lo respetan.
No es realista, vive en la fantasía de “que todo es falsa percepción”. Su humildad es fingida, tiende a ser arrogante y rencoroso. Los militares nos acostumbraron a sus parcas contestaciones, ¡Positivo!, ¡Negativo!, ¡Correcto!, ¡Incorrecto! y con eso lo resumían todo. Ahora es que al general Romero le ha dado por hablar como académico y busca figuras retóricas para simples exposiciones.
Hay un episodio digno de recordar de Alejandro Magno, rey de Macedonia. Sus generales planearon un agasajo con el propósito de hacerlo hablar, de que ofreciera un discurso. Dijo en parcas palabras: “Les agradezco el homenaje, soy un hombre de acción, no me gasto en palabras”. Lo curioso que él había sido discípulo del filósofo Aristóteles y le había enseñado oratoria, de adolescente leía con su madre Olimpia “La Ilíada”, “La Odisea” y otras obras clásicas; ella era muy culta y las discutían.
Era un orador, pero como soldado no se gastaba en palabras. La autoridad se tiene o no se tiene, no es cosa de fabricarla. Es un don con muchas aristas, no es quien grita más o humilla más. En EUA las autoridades policiales se escogen por elección popular. Elizabeth Watson ya tenía 18 años de experiencia como policía profesional, ella había servido con distinción en todas las ramas, con especialidad en robo de carros y era del equipo de los Swat.
A los 41 años es electa como directora de una las policías más conflictivas, la de Houston y reelecta dos veces más. Confesó que moverse en un “mundo macho” nunca la afectó, que sus subalternos policías, aún los viejos, la trataban con cariño y respeto. En el país del Norte los estados que permiten la pena de muerte la aplican a cualquier persona que mata a un policía, casi en forma sumarial, con el criterio de que perdonar este crimen es ponerles un revólver en la frente a los demás policías.
Ha dado buenos resultados, es raro oír que un policía fue asesinado. En Honduras los policías y agentes de investigación más bien son blanco apetecible de los asesinos y eso nos llena de congoja.
La Escuela de Carabineros de Chile es considerada en el mundo una de las policías mejor organizadas y capaces. Honduras ha tenido la suerte de mantener abiertas las puertas de esa institución para preparar profesionalmente su rama policial. Si a esta gente con toda la formación debida la desplazan o la desubican equivale a que la Escuela de Carabineros de Chile “ha tirado sal en el mar”.
Así que “zapatero a tu zapato”. Lo cierto es que con el actual ministro de Seguridad caminamos en círculos, no todo es culpa de él, pero la violencia empeora y los hondureños estamos desmoralizados.
“Al César lo que es del César”, en la época del ministro Álvarez a diario los periódicos informaban sobre decomiso de grandes cargamentos de cocaína; si lo están haciendo ahora, no se oye. Estudió milicia en la Texas A&M, una escuela muy agresiva que prepara a los estudiantes norteamericanos y extranjeros para participar en la guerra en defensa de la patria. Simultáneamente sacó una licenciatura en ciencias políticas, una maestría en política internacional de la Universidad de John Hopkins.
¿Que era un “show man”? Tenía porqué serlo: su personalidad es agresiva y sus cursos de entrenamiento militar lo completaron: “Ranger”, “Airbone” “Boina Verde”, “Swat”. Todas estas ramas exigen mucho dinamismo y él actuó acorde a su temperamento, vocación y entrenamiento.
Como humano se le pueden encontrar muchos defectos y fallas, pero aún así en la encuesta especializada “Pulso Capitalino” que realiza la empresa Mercaplan la gran mayoría, 67%, considera que el ministro Álvarez fue el mejor.
Mientras tanto el presidente Zelaya y el ministro Romero están como los “tres monitos”: “no veo, no oigo, no hablo”. Mientras tanto, valiosas vidas se pierden a diario.
Los datos que divulga MSN Latina por internet encabezan: “Honduras, el país más violento de América Latina, al morir 13 personas por día. Durante el año 2006 fallecieron 4,736 hondureños en forma violenta, lo cual equivale a una tasa de 72.5 personas por cada 100,000 habitantes.
Esa tasa está por encima del promedio de América, que en el 2002 fue de 18% y con respecto a la mundial, que en el 2000 se estimó en 8.8%”. El reporte establece que las víctimas, en un 93%, fueron hombres y el 7% mujeres. Los jóvenes son los más afectados. Los departamentos con más homicidios fueron Cortés, Atlántida, Morazán, Santa Bárbara y Copán, todos ellos con más de 60%.
El general Álvaro Romero puede ser el hombre más honorable de Honduras, el más bueno, un émulo de San Francisco de Asís, pero en 13 meses de ser ministro de Seguridad Pública ha demostrado no ser la persona idónea. Le falta personalidad, autoridad, agilidad y presteza en el mando. Ni ciudadanos ni periodistas lo respetan.
No es realista, vive en la fantasía de “que todo es falsa percepción”. Su humildad es fingida, tiende a ser arrogante y rencoroso. Los militares nos acostumbraron a sus parcas contestaciones, ¡Positivo!, ¡Negativo!, ¡Correcto!, ¡Incorrecto! y con eso lo resumían todo. Ahora es que al general Romero le ha dado por hablar como académico y busca figuras retóricas para simples exposiciones.
Hay un episodio digno de recordar de Alejandro Magno, rey de Macedonia. Sus generales planearon un agasajo con el propósito de hacerlo hablar, de que ofreciera un discurso. Dijo en parcas palabras: “Les agradezco el homenaje, soy un hombre de acción, no me gasto en palabras”. Lo curioso que él había sido discípulo del filósofo Aristóteles y le había enseñado oratoria, de adolescente leía con su madre Olimpia “La Ilíada”, “La Odisea” y otras obras clásicas; ella era muy culta y las discutían.
Era un orador, pero como soldado no se gastaba en palabras. La autoridad se tiene o no se tiene, no es cosa de fabricarla. Es un don con muchas aristas, no es quien grita más o humilla más. En EUA las autoridades policiales se escogen por elección popular. Elizabeth Watson ya tenía 18 años de experiencia como policía profesional, ella había servido con distinción en todas las ramas, con especialidad en robo de carros y era del equipo de los Swat.
A los 41 años es electa como directora de una las policías más conflictivas, la de Houston y reelecta dos veces más. Confesó que moverse en un “mundo macho” nunca la afectó, que sus subalternos policías, aún los viejos, la trataban con cariño y respeto. En el país del Norte los estados que permiten la pena de muerte la aplican a cualquier persona que mata a un policía, casi en forma sumarial, con el criterio de que perdonar este crimen es ponerles un revólver en la frente a los demás policías.
Ha dado buenos resultados, es raro oír que un policía fue asesinado. En Honduras los policías y agentes de investigación más bien son blanco apetecible de los asesinos y eso nos llena de congoja.
La Escuela de Carabineros de Chile es considerada en el mundo una de las policías mejor organizadas y capaces. Honduras ha tenido la suerte de mantener abiertas las puertas de esa institución para preparar profesionalmente su rama policial. Si a esta gente con toda la formación debida la desplazan o la desubican equivale a que la Escuela de Carabineros de Chile “ha tirado sal en el mar”.
Así que “zapatero a tu zapato”. Lo cierto es que con el actual ministro de Seguridad caminamos en círculos, no todo es culpa de él, pero la violencia empeora y los hondureños estamos desmoralizados.
“Al César lo que es del César”, en la época del ministro Álvarez a diario los periódicos informaban sobre decomiso de grandes cargamentos de cocaína; si lo están haciendo ahora, no se oye. Estudió milicia en la Texas A&M, una escuela muy agresiva que prepara a los estudiantes norteamericanos y extranjeros para participar en la guerra en defensa de la patria. Simultáneamente sacó una licenciatura en ciencias políticas, una maestría en política internacional de la Universidad de John Hopkins.
¿Que era un “show man”? Tenía porqué serlo: su personalidad es agresiva y sus cursos de entrenamiento militar lo completaron: “Ranger”, “Airbone” “Boina Verde”, “Swat”. Todas estas ramas exigen mucho dinamismo y él actuó acorde a su temperamento, vocación y entrenamiento.
Como humano se le pueden encontrar muchos defectos y fallas, pero aún así en la encuesta especializada “Pulso Capitalino” que realiza la empresa Mercaplan la gran mayoría, 67%, considera que el ministro Álvarez fue el mejor.
Mientras tanto el presidente Zelaya y el ministro Romero están como los “tres monitos”: “no veo, no oigo, no hablo”. Mientras tanto, valiosas vidas se pierden a diario.
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