11 junio 2007

Comentario a Informe sobre Objetivos del Milenio

No voy a disputar las conclusiones principales del Informe que hoy se presenta sobre el cumplimiento de los Objetivos del Milenio.

Sería tonto. En efecto tenemos un atraso con respecto a otros países que han adelantado en los últimos lustros con más vigor y dinamismo.

Reconocemos un rezago especial en lo referente a la persistencia de la pobreza, calidad educativa, en servicios de salud para la gente en extrema pobreza, en vivienda y en generación de empleo y en todos esos campos el actual gobierno está realizando desde hace un año esfuerzos especiales que no han sido mayormente considerados en este texto.

Fundamentalmente porque, como pueden constatar, muchos de los indicadores terminan con cifras de 2004, algunos de 2005 y casi ninguno del 2006, de modo que sólo se refleja la situación a fines del gobierno anterior. Un problema de método.

En un Comentario al Informe sobre Género, auspiciado por ASDI mencionaba yo ayer que hay un problema generalizado en casi todos los países de Centroamérica de falta de capacidad local de investigación específicamente en las ciencias sociales. Pero peor en Honduras, pero no creo que sólo por eso sea Honduras el único país en donde PNUD hace El Informe sobre Cumplimiento de los Objetivos del Milenio sin participación del gobierno ni consenso de los consultores académicos. En muchos países (Perú, Bolivia, Guatemala y El Salvador), el Informe lo hace el gobierno, en otros lo hacen instituciones académicas nacionales de prestigio como en Costa Rica. Para el primer Informe sobre Honduras en el 2005 tengo entendido que se consultó al gobierno anterior, pero pareciera que hemos retrocedido al respecto. En Honduras este año no hemos tenido ni siquiera una consulta al gobierno sobre el Informe.

Por lo demás, aquí llevamos sólo dos informes, cuando en los países aludidos llevan 4 ó 5 Informes. Y estoy convencido de que un Informe preparado en consulta con el gobierno, con sus unidades de información y análisis, con acompañamiento y participación de académicos nacionales independientes, nos daría parámetros más comparables con los de los demás países y sería mucho más completo (porque se subsanaría el rezago informativo), más rico, creíble y útil. Y más aun si se pudieran preparar como en otros países, informes más frecuentes, menos espaciados, éstos pudieran servir efectivamente para corregir el rumbo.

Por lo demás, más allá de desacuerdos dispersos sobre las cifras mismas, que siempre son relativas. Tengo que apuntar un par de discrepancias puntuales de fondo. Yo diría que un problema fundamental del Informe es que no considera suficientemente la compleja casualidad de la pobreza, que no es sólo ni puramente económica, porque asume, el Informe, un análisis puramente económico de un problema que tiene raíces más complejas, también culturales y estructurales. Un problema teórico que no sólo es de PNUD, lo padece también el equipo técnico del gobierno, y los de otros cooperantes.

Coincidimos en que el avance hacia los objetivos ha sido lento y deficiente, cuando partimos de una situación social desastrosa, de abandono de la gente pobre de este país por décadas. El rezago con respecto a otros países no es una novedad. Ese fue el punto de partida de nuestro gobierno. Y también convenimos en que Honduras, como dice el Informe, “tiene que ampliar el gasto social y complementar mayor inversión pública en sectores de desarrollo, apuntándole a la aceleración del crecimiento económico”. Pero no se trata sólo ni principalmente de gastar más ni tampoco, y eso debería de estar clarísimo, sólo de crecer más. El gasto social ha venido creciendo de manera notable en los últimos años con muy pocos resultados. Se trata fundamentalmente de gastar mejor, de tener mejor calidad de gasto y de focalizar el gasto en los sectores sociales y las regiones marginadas del país. Toda la región centroamericana viene creciendo desde hace décadas pero respondiendo a un modelo de desarrollo concentrador y excluyente, que margina de sus frutos a grandes sectores de la población.

Incrementar el gasto no es suficiente, dice nuestra ERP actualizada, para lograr mayor avance en la reducción de la pobreza. Hay que gastar con más inteligencia, invertir con la mira de conseguir resultados en la lucha contra la pobreza y hay que cambiar el modelo para abatir las causas estructurales de un proceso de subdesarrollo que genera cada vez más pobreza. Además del problema conceptual otros factores de fondo han redundando en resultados pobres. Ha faltado en el pasado la voluntad política férrea que nos ha contagiado el Presidente Zelaya para avanzar en este tema sobre todos los demás. Y por otro lado, han faltado y faltan siempre suficientes recursos y a diferencia de otros, aun más ingratos, este informe señala que vamos a necesitar aun más recursos.

Para nosotros lo fundamental ha sido:

1) La mejor coordinación intersectorial, a través de un GS comprometido al más alto nivel con su misión y sus coordinaciones

2) la focalización en los sectores y regiones de mayor pobreza, para atender esas 200 mil familias en extrema pobreza ubicadas en regiones de marginación, bloqueadas de los servicios más elementales

3) el abordaje integral del problema, que parte de una comprensión de las múltiples causas de la pobreza, porque de nada sirve que protejamos si no desarrollamos capacidades y de nada sirven las capacidades que no encuentran oportunidades y si no se tiene acceso a los activos productivos esenciales

4) el alineamiento del gasto y la inversión social con las metas del milenio como está establecido en la ERP actualizada y

5) la evaluación continuada de los resultados, por sector. Todavía tenemos pendientes pero este mismo año avanzaremos para alinear el gasto público por metas en el Presupuesto, algo que jamás antes siquiera se intentó. Y estamos aspirando a aterrizar y concretizar mejor el concepto de “Crecimiento pro pobre”, lo cual en efecto supone un cambio de modelo de gestión del gasto público. Mientras tanto el Presidente está ordenando la casa del fisco y proponiendo un pacto fiscal sostenible para asegurar a futuro el financiamiento del programa social.

Aunque admite algún progreso, este Informe de PNUD no reconoce esfuerzos ni logros y pasa por alto la formulación de políticas reales en materia de género y de seguridad alimentaría, de vivienda y protección social, etc. Pero mucho se ha logrado en los 16 meses cumplidos de gobierno: el crecimiento económico se aceleró y alcanzó ya una dinámica y un vector sin precedentes y la pobreza por fin se redujo de una manera sostenida si bien aun irreversible ni definitiva.

Para finalizar al mismo tiempo que un instrumento para alcanzar las metas del gobierno que son las mismas de la ERP, a su vez los objetivos del milenio, el monitoreo y evaluación continuada de la gestión pública, buscamos asumir el liderazgo del proceso desde el gobierno, como corresponde. Hemos dicho muchas veces que el cumplimiento de las metas de reducción de pobreza y la modernización de nuestra sociedad no es algo que pueda lograr el gobierno por sí y que necesitamos de la concertación política el acompañamiento de todos los sectores y de las naciones amigas. Pero el Estado hondureño tiene que asumir su responsabilidad. Estamos decididos a hacer eso y nadie nos va a poder juzgar con más rigor que el que usaremos para juzgarnos y medirnos a nosotros mismos. Juntos podemos alcanzar las metas. Ese es nuestro compromiso final. Y aceptamos el reto que nos hace el PNUD invitándonos a una alianza de todos los partidos y sectores, con alineamiento de la cooperación para alcanzar la meta.

Rodolfo Pastor Fasquelle

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