El pastor a su rebaño
El Estado de Honduras, como la gran mayoría de los estados democráticos del mundo, establece en su Constitución la separación de Estado con la Iglesia, proclamándose “laico”. Este principio determina las bases de que un pastor o sacerdote en funciones se debe a su congregación, y no debe inmiscuirse en los negocios de este siglo, principalmente en aquellos en los cuales corre el riesgo de la contaminación, porque para Dios lo llamó para servirle a la grey.
La política en todo el mundo es en algunos momentos turbia. No podemos negar que prevalece la mentira, presiones, corrupción e injerencias de una mayoría libertina que propone un estilo de vida sin valores, bajo presiones de los organismos internacionales. Tratar de incursionar como religioso en políticas para llevar la sociedad a una moral impositiva es incongruente con el libre albedrío y el derecho de libertad de las personas. La moral y los valores no se pueden imponer por leyes, sino por experiencias espirituales. El pastor o sacerdote se debe a sus ovejas, y el político a los asuntos de Estado.
Actualmente algunas personas religiosas vinculadas en la política están tratando que el Congreso de Honduras elimine las restricciones existentes en la Constitución sobre la participación de religiosos en cargos de elección popular. El aceptar esto, y permitir la politización de los pastores y sacerdotes, colocará a la Iglesia en un caos de división y al Estado en una disyuntiva que puede crear luchas y contiendas intestinas que pueden romper la paz social.
Es necesario revisar la historia de los estados que adoptaron posiciones de religiosos, en donde la religión fue el punto de partida para muchas actuaciones incorrectas y violentas. ¿Cuál fue el error del catolicismo romano al unirse a los estados europeos en la Edad Media? Inquisición, cruzadas, persecución a los judíos y muerte a todos aquellos que discreparan del criterio de Roma. ¿Qué ocurrió en España cuando el Nacional Catolicismo impuso y apoyó el gobierno falangista de Franco? Los protestantes, masones y comunistas fueron perseguidos, fusilados, deportados, la moral se convirtió impositiva, etc. ¿Qué ocurre ahora en España al tener una separación Iglesia y Estado? Se fue al otro extremo: Libertinaje, escepticismo, liberalidad sexual, etc. Porque toda conducta reprimida no es genuina ¿y qué ocurre en donde la religión islámica domina? El radicalismo religioso impone leyes arbitrarias y tristemente satanizan a los occidentales, creando una guerra santa en donde aparece un terrorismo religioso.
Las aspiraciones de estos “pastores políticos”, los cuales todos conocemos, es vivir bien, tanto por parte de la Iglesia, como del Estado. Ellos y la llamada red apostólica proponen una moral legalista impuesta por métodos impositivos. Ellos ignoran que el evangelio no es una imposición sino una confrontación con el pecado. Olvidan que el cambio verdadero no es externo, por un régimen restrictivo, sino interno, por un nuevo nacimiento. Podemos evitar que se promulguen leyes que atenten contra los valores tradicionales, pero no podemos cristalizar al hombre mediante técnicas políticas, ni tampoco satanizarlo porque no acepte mi mensaje. Los cambios verdaderos no se producen por la ley, sino por la gracia, arrepentimiento y perdón divino.
Necesitamos un Estado laico, no profano, pero rechazo un Estado religioso, alineado con tal o cual corriente. La libertad debe abrir espacios para predicar y confrontar al ser humano con el pecado, pero nunca restringir el derecho a disentir. Todas las creencias, por más absurdas que sean, siempre y cuando no atenten contra la paz social y la vida, deben tener libertades. Aceptar la incursión de religiosos en la política como tales, es crear una brecha que nos puede llevar a convulsión, división y luchas entre hermanos. Miremos lo que ocurrió en Irlanda, lo que ocurre en Irak, lo que está pasando en regiones dominadas por grupos radicales religiosos en África y Asia. ¿Queremos un Estado laico, de igualdad para todo, o un Estado alineado por influencias de ciertos grupos religiosos? Los católicos están claros, un sacerdote no puede ser político a menos que deponga sus votos. La vocación religiosa y la política entran en conflicto. Esto no incluye el que los cristianos y las iglesias apoyen a cualquier gobierno de turno, y algunos líderes religiosos acepten una función que sea para el bien social sin politizarse. Tampoco excluye el derecho ciudadano de que cualquier cristiano entre en política. Debemos honrar a los gobiernos pero no introducir en la Iglesia banderas partidistas.
Mario E. Fumero
27/08/2006
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