Antidemocracia y candidaturas independientes
Para los hombres que entienden que la política es una actividad que debe estar normada por principios patrióticos, políticos y morales; que hemos tenido la amarga experiencia de pertenecer a cualquiera de los partidos políticos en Honduras, sabemos que estos no son espacios de participación para la gente honrada, aunque no quiere decir eso que no hay personas honradas, pues, escasamente los hay, pero, la honradez no se limita al hecho de no robar.
En nuestro concepto la honradez tiene otros aspectos, se falta a la honradez cuando para mantener la sobrevivencia política o la chamba guardamos silencio en torno a las decisiones que se toman en dichas instituciones políticas en función de intereses particulares o de grupos, y, en detrimento de los intereses nacionales.
De lo anterior resulta que hasta los honrados en dichos partidos tienen su cuota de complicidad con los que dirigen a los mal llamados partidos políticos, que más que eso son asociaciones ilícitas, legalizadas por la inmunidad que brinda el poder económico y político, desnaturalizándose con ello el verdadero concepto de partido político, cuando sus actuaciones se encaminan al beneficio de las camarillas que los gobiernan.
Un partido político es una asociación de personas que conforman una parte de la sociedad, de ahí el termino partido político, cuyos miembros tienen como denominador común que comparten un conjunto de ideas, es decir, una ideología, a través de la cual elaboran una concepción de la realidad actual, valorando sus causas y sus efectos históricos, para proyectar las transformaciones que sean necesarias o conservar lo que se considere oportuno.
Esa función, si es que la tuvieron alguna vez, la han perdido los partidos políticos en Honduras. Una de las razones lo es porque no existe la democracia intrapartidaria y sus miembros han dejado de ser sujetos deliberantes, para convertirse en súbditos de sus líderes, lo que es igual a decir que se han convertido en objetos de la política.
Del hecho anteriormente señalado, no hay que alegrarse, más bien, hay que lamentarse, porque, son los partidos una condición fundamental para caracterizar un sistema político como democrático, pero, no el único, pues existe la opción de las candidaturas independientes que si se reprimen como actualmente sucede con la ley electoral, nuestro sistema se vuelve antidemocrático.
Así las cosas, hemos visto el surgimiento de la Alianza Independiente Pro–Democracia Honduras, que aunque no conocemos con certeza sus objetivos, hemos leído en Diario TIEMPO del sábado veintiséis de agosto corriente que pretende impulsar las candidaturas independientes, pero si sólo de impulsarlas se trata, presiento que serán pocos o ninguno los resultados, porque si no se impulsan la reformas a la ley electoral y de organizaciones políticas, para eliminar los obstáculos que impone a dichas candidaturas, no se inscribirán en las próximas elecciones, contrario a lo que sucede en países democráticos como los Estados Unidos por ejemplo, que en la última elección para gobernador del Estado de California, más de doscientos candidatos se presentaron y sólo dos representaban a los partidos tradicionales, los demás eran candidatos independientes, de los cuales ninguno ganó las elecciones, pero no se les negó el derecho de participación política, como en nuestro caso.
A nosotros los que no cabemos en esas podridas instituciones, por no pertenecer a la nefasta cultura del chamberismo, de la mendicidad y el clientelismo político, del concepto de que la política es para los vivos, se nos ha vedado el derecho de participación en forma independiente, se nos irrespeta la dignidad de seres humanos, obligándonos a sentir en carne cruda la antidemocracia cuando se nos obliga a matricularnos con un partido para participar electoralmente.
Esequías Doblado Hernández
2/09/2006
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