16 enero 2008

Crisis y contrarreforma: la claridad de la coyuntura


"Díganle a Mel que no vaya a vetar este decreto", que si lo veta, se lo va a llevar ¡$%&! y no le quiten ni le agreguen nada a lo que les digo", dicen que oyeron decir a Micheletti sus fieles.

"Y que conste que al que se me dé vuelta me lo quiebro", agregó, antes de recibir el veto. Y turnárselo a La Corte y advertirle a la Sumisa Corte de Justicia que "le daba 48 horas" nada de laborables, horas a secas, para devolver el dictamen que esperaba. Y ahora se ríe cínico en la televisión, y se burla del Presidente Zelaya porque según él, ya terminó todo. Y ganó la guerra, cuando apenas se profundiza una crisis de su hechura. Que por lo demás clarifica lo que estaba oscuro, simplifica lo que parecía complejo, precipita las basuras en el tubo de ensayo.

Nunca antes han estado las cosas tan claras como en este instante. Queda al desnudo una psicopatía del poder y, a la vista, un autócrata sin freno ni reflexión, sin argumento, el cinismo, la mentira compulsiva y la voracidad de una clase política, perfectamente perversa e insensible, por no decir insensata. Claro, que el Presidente está defendiendo por un lado la legalidad: el respeto entre poderes del Estado, que deben concertarse antes de actuar y el respeto al derecho, dentro de cada uno de los Poderes, a sus constituyentes. Que defiende la conveniencia pública y la moralidad política y cívica. Y queda en evidencia que el Presidente Zelaya está dispuesto a poner su propio pellejo en la fridera, dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias. Porque no hubiera estado, si no, dispuesto a denunciar las mentiras e hipocresías, con las que antes había sido excesivamente discreto.

En cambio, está claro también que la autoridad del Congreso Nacional y su conspiración se rehusó a escuchar el clamor de las organizaciones populares, de la sociedad civil, de las figuras públicas de más autoridad moral, que repudiaron en forma unánime y contundente la forma y el fondo de la contrarreforma política avorazada y arrebatada, que ha pretendido alzarse con los recursos disponibles para el desarrollo. Y que amenaza con recortar los fondos precisos para servicios elementales, incrementar el déficit y poner en riesgo acuerdos internacionales y los desembolsos de la Condonación. Claro, que se rehusó a escuchar a sus propios compañeros de Cámara que, en significativa minoría inter partidaria, rechazaban la contrarreforma y que soslayó el debate. Sin permitir discusión, como tampoco la permitieron cuando decretaron esos robos, a medianoche, sin avisar ni menos consultar al Ejecutivo no digamos al pueblo, porque no es discusión lo que quiere, si no sometimiento. Se rehusó incluso a contar los votos a favor y en contra. Para después invocar cábalas e inventar números.

Está claro además por primera vez que, desde el punto de vista de los diputados proponentes y partidarios de la contrarreforma, el asunto es pisto. Que les vale sorbete la opinión ciudadana y la democracia que invocan. Que los poderosos de estos movimientos están dispuestos a hacer cualquier cosa por dinero. Incluso recetarse mil cien millones, incluyendo 700 millones para este año político, al mismo tiempo que solicitan a Finanzas otro aumento de 750 millones adicionales al presupuesto del Congreso, para subsidios anárquicos y de dudosos fines.

Y está claro también que como dijo la Ministra de Finanzas "Esos 700 (o 200) millones pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte para miles de hondureños que deben recibir servicios de salud, la diferencia entre un desarrollo normal y la desnutrición para quienes deben recibir complementos o bonos alimenticios, entre recibir o quedarse sin el pan del saber en las escuelas, entre la miseria y la prosperidad para los que recibirían los bonos productivos". Y que eso es lo que tenemos que escoger.

Y asimismo está claro que eso de la legalidad, eso de la transparencia en el proceder les vale gorro a los parlamentarios conspiradores. Porque si tenían los cien votos que dice Micheletti y creen que es positivo lo que hacen, se prestigiaban con dejar consignados, cada uno su voto particular razonado. Pero se prefirió reprimir al disenso con la sempiterna mandrakada y omitir la cuenta de los diputados y diputadas opuestas (los mejores y más dignos y lúcidos de todos los partidos) y se procedió incontinenti, a apelar, sin vergüenza ni pudor, al instinto de la manada, pidiendo que levantaran la mano los dispuestos a ratificar el dictamen, y de esa manera, y sin contar tampoco sus votos, estallaron en los gritos y los aplausos y las carcajadas vulgares con que han convertido la Augusta Cámara en un vulgar antro o mercado de baratijas.

Y finalmente está clarísimo que aquí, más allá de los problemas jurídicos o de la conveniencia económica, hay un problema de moral o más bien de inmoralidad. Que lo que están defendiendo los 70 u 80 diputados que celebraron su ejercicio del poder bruto, en el más perfecto sentido de la palabra no es su prerrogativa de representar la voluntad popular o el interés general, si no su privilegio de hacer su real gana, como una pandilla sin freno ni ley. Su pretensión de usar los recursos públicos para realzar su propia imagen, para comprar propaganda y complacer a los medios aliados. Y quedó clara como agua de manantial la alianza de Micheletti y Lobo, y los lados oscuros de los dos partidos.

Aunque hay todavía un par de cosas oscuras, porque entonces, uno termina preguntándose ¿a quién exactamente representan los diputados de Micheletti y Lobo? ¿Qué clase de representantes son? Pero también ¿cómo van a evadir el castigo del electorado? Ni está claro finalmente cómo vamos a asegurarnos que esa gente no vuelva nunca a una curul del Congreso, asegurarnos que nunca más ninguno de ellos pueda volver a hablar en público sin sentir el rubor y la vergüenza con que han querido humillar a la gente honesta de este país. Vamos a denunciar sus nombres y su colusión en cada departamento y en cada comunidad, cuando pretendan hablar en el foro verdadero, que es el de la comunidad.

Y está clarísimo por fin que nada de esto habría ocurrido si no fuera Candidato declarado el Presidente de El Congreso. Y que esa anómala condición es la que provoca todo el desorden. Y prueba una vez más que no debe permitirse que un Presidente del Legislativo sea Candidato mientras no tengamos otra clase de diputados y una institucionalidad más digna. Vamos al referéndum si. (Mi madre anciana dice que aunque sea con andador va ir a votar a ese referéndum). Y que, si para rectificar, hay que ir más allá del referéndum, pues hay que ir. A fortalecer con una reforma total una Constitución tan vulnerable. Porque según los magistrados el "derecho" de Micheletti es "constitucional" y elemento pétreo de nuestra forma de gobierno. Alas. Vamos a terminar con esta charada. Vamos a hacer que tiemble el hemiciclo. Porque Micheletti puede seguirse riendo un rato, pero el que ríe por último ríe mejor. Lobo ha renunciado una segunda vez (así lo manda su vocación bestial) a la buena opinión de los mejores nacionalistas, que serán nuestros aliados en la campaña final por la decencia y la democracia, que es, lo digo para quien lo haya olvidado, el régimen, en que las decisiones del gobierno reflejan la voluntad del pueblo y garantizan el bien público y se aseguran que ningún particular se beneficie de los recursos de todos.

Rodolfo Pastor Fasquelle

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14 enero 2008

Manifiesto del Foro Hibueras

La majestad del Estado hondureño
Debe reconocerse en su sobriedad
Acorde con la realidad económica
De la población mayoritaria.


Con horror e incredulidad hemos seguido la triste propuesta de "reformas electorales" aprobada por el Congreso y que representa el más tangible y arbitrario asalto y robo a los escasos fondos de que dispone un país tan pobre y atrasado como es nuestra patria.

Este hecho nos convence más de que nuestros intereses no están representados en el Congreso y nos preguntamos, con profunda decepción, hasta cuándo los millones de hondureños, hambrientos, sin trabajo, sin hospitales, sin escuelas y sin futuro podrán seguir soportando tanta burla. Lo perpetrado con la depredación contra el presupuesto nacional se plasmará en una continua sangría de los fondos que tanto se necesitan para superar el estado actual en el que vive la mayoría de nuestros compatriotas.

Cada vez que comprobamos las actitudes hirientes y ultrajantes que se niegan a ver la situación real de Honduras, nos preguntamos hasta cuándo vamos a seguir eligiendo a representantes cuya única visión política es la de concentrar poder para enriquecerse con nuestros impuestos por medio de mecanismos convertidos en legales, como partidas disfrazadas o la ley recién aprobada y que hoy, después de pocos días, obliga a sus autores y sostenedores a endulzar los desmanes causados, al comprobar que se han excedido en su propia exuberancia .

Los hondureños, tal vez demasiado confiados y hasta ingenuos, esperábamos una reforma electoral basada en los principios de una real democracia; una reforma que nos permitiera utilizar el referéndum o el plebiscito; una reforma que nos permita el acceso al derecho de escoger directamente a nuestros representantes, que nos diera la posibilidad de poner freno a los desmanes del sistema actual en donde la corrupción ya sentó jurisprudencia y nos encontramos con una tragicomedia, con un acto plagado de prácticas heterodoxas.

Pensamos que un mínimo de rectitud virtuosa ya no es solamente un asunto de ética sino de sobrevivencia, porque para que existamos como nación no podemos vivir sin un sistema de valores de referencia explicitados e interiorizados que normen la vida social.

Por eso decimos NO, a esa osadía inescrupulosa plasmada en ley. Por eso decimos que si no se cambia rumbo no está lejano el día en que la hipersensibilidad del hondureño explotará y cuando eso llegue a suceder, la responsabilidad mayor será la de esas cúpulas políticas que con inteligencia fronteriza con la estupidez nos quieren hacer creer que amarrando el financiamiento a los partidos políticos se acabarán los males que han alimentado el desprestigio del Congreso Nacional de la República.

Por eso exigimos una respuesta clara a la solicitud de verdaderas reformas electorales, por eso decimos ¡ya basta de tanto abuso! ; y por eso nos preguntamos, ante su negativa de unas reformas modernas y congruentes con los tiempos actuales, a qué mecanismos legítimos podemos acudir cuando somos sometidos a abusos de poder por parte de las propias autoridades por las que votamos.

Foro Hibueras

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12 enero 2008

Contrarreforma electoral

Las Reformas a la Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas que el Congreso Nacional de la República efectuó finalizando el año pasado, contrario a lo que dicen quienes las realizaron, son un retroceso en el proceso de fortalecimiento de nuestra democracia.

El hecho de que las mismas no hayan sido discutidas a la luz del día, consensuadas con los sectores sociales, económicos y políticos de la nación como anteriores reformas de este tipo fueron realizadas, les da la categoría de ilegitimas, y pese a fueron realizadas por un organismo competente del Estado, no necesariamente llenan las expectativas de la gran mayoría del pueblo hondureño, al cual están obligados a responder los legisladores.

No escuchar la voz del ciudadano de pie, de la Sociedad Civil organizada, de todos los partidos políticos legalmente constituidos y de los demás actores del andamiaje estatal, generan una natural antipatía a estos cambios que no necesariamente van encaminadas a democratizar la forma en la cual elegimos a nuestros representantes y gobernantes.

Y además de este asunto de fondo, el de la consulta y socialización, existen otros de forma, específicos, que tienen que ver con el alcance de la reforma electoral, y que están concretamente relacionados al financiamiento de los partidos políticos y del tiempo en el cual se celebraran las elecciones internas de las instituciones partidarias.

Pretender asignar –según cálculos de algunos funcionarios gubernamentales- mas de mil millones de lempiras anuales a los partidos políticos es un verdadero acto de grosería en un país sumido en la pobreza, y en momentos en los cuales apenas vemos un pequeño cambio en esa terrible tendencia de miseria nacional.

Me pregunto: ¿Por qué nuestros diputados no habrán legislado por asignar mil millones de lempiras para financiar la lucha en contra de la indigencia en los municipios más pobres del país? ¿Por qué nuestros diputados no habrán legislado por asignar mil millones de lempiras para financiar la lucha en contra de la delincuencia que agobia nuestras calles? ¿Por qué nuestros diputados no habrán legislado por asignar mil millones de lempiras para financiar la lucha en contra del SIDA que mata a nuestros jóvenes en nuestros corredores urbanos, grandes conglomerados metropolitanos y zonas costeras?
Y ante estas preguntas, algunos fácilmente podrían contestar: Sencillo, porque de estas nobles y oportunas asignaciones, la clase política no se beneficiaria, mientras de las realizadas –como dice el Otto Boesh- el efecto derrame les salpicara.

Lo que pasaría si esta contrarreforma electoral fuese puesta en vigencia es que los partidos políticos crearían con todo ese dinero una burocracia paralela, y las argollas partidarias pasarían del botín estatal al botín partidario.
Inadmisible desde todo punto de vista, improductivo por donde se le vea.

Por otro lado, querer adelantar las elecciones internas de los partidos lo único que permite es anticipar el festín político, encarecer las campañas proselitistas, desconcentrar la labor gubernamental, y como un dirigente empresarial dijo por ahí: “anestesiar a este pobre pueblo”.

Y todavía peor, si lo que en realidad hay detrás de esta contrarreforma de adelantar la fecha de las elecciones internas es la búsqueda maquiavélica de un escenario en el cual los vencedores del proceso electoral interno y primario de los partidos políticos tradicionales tengan la suficiente fuerza para incidir en la elección de los magistrados de la próxima Corte Suprema de Justicia, las razones para rechazar estas modificaciones a la Ley Electoral son de sobra justificadas.

Una verdadera reforma electoral hubiese sido el seguimiento a los acuerdos firmados por los partidos políticos el 4 de septiembre del año 2001, en el denominado “Manifiesto de los partidos políticos al pueblo hondureño”.

Debió puntualizarse con precisión los mecanismos para hacer efectivo el uso de las figuras del plebiscito y del referéndum, se debió tomar cartas en el asunto para despolitizar el Tribunal Nacional de Elecciones (TSE) y el Registro Nacional de las Personas (RNP), diseñar una estrategia para evitar que los recurso de la corrupción, el contrabando, el narcotráfico y el narcotráfico financien a los partidos y candidatos, se tuvo que haber simplificado el procedimiento para la inscripción de partidos políticos y se debió descentralizar electoralmente el país mediante la creación de los Distritos Electorales. Estos es lo que el pueblo clamaba. Esto es lo que el pueblo clama.

Pero aquí, damos un paso hacia adelante, y dos para atrás.

Omar Rivera
Tegucigalpa, MDC – 06 de enero de 2008

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