26 octubre 2006

¿De quién es la vergüenza?

El ser corrupto en este país no es un acto que implique vergüenza, desde luego, si son millones y millones los que se roban del erario público (porque si de robagallinas se trata, por ser pobres hombres sin arraigo alguno se ensaña la justicia).

Con esta acción delictiva lejos de desprestigiarse el sujeto activo, es decir, el que ejercita la acción delictiva, en vez de sufrir la sanción punitiva del Estado, es absuelto por el órgano encargado de aplicar la justicia.

Lo más penoso del asunto es que por el control político de que es objeto la Corte Suprema de Justicia, se vuelve cómplice de tales delincuentes de cuello blanco, en virtud de que se negocian las decisiones judiciales ente los principales partidos o se ordena por el partido político en el gobierno a los magistrados que son mayoría que fallen a favor del imputado que es precisamente su compañero de partido.

Igual consigna se traslada al Ministerio Público, organismo éste cuya elección de su máxima autoridad no coincide con las elecciones del Presidente de la República, pero, controlado por políticos también, se convierten en cómplices de los autores de la comisión de los delitos de corrupción.

Pero, resulta más penoso aún que esa conducta de ambas instituciones y la de Tribunal Superior de Cuentas, encargadas de hacer justicia es socialmente aceptada, como natural, pues no causa ni frío ni calor y se tolera la dependencia política de dichos organismos, y, vea estimado lector, que hasta los más críticos en el país al analizar el tema de la aplicación de justicia benevolentemente acusan a esas instituciones de incapacidad, cuando en realidad no se trata de incapacidad, sino complicidad de la Corte Suprema de Justicia, del Ministerio Público y del Tribunal Superior de Cuentas.

Todo ello nos define entonces como un país corrupto, sin ningún sistema de justicia, y, este vacío de justicia se ha vuelto intolerable para la comunidad internacional, sobre todo para los Estados Unidos y el grupo de países que conforman el G-8, que están luchando en contra de la cleptocracia (que en buen español significa el robo de los que tienen el poder) como lo han indicado en virtud de verse afectados en sus relaciones internacionales por la corrupción de quienes nos han gobernado, siendo por ello que han tenido que actuar en forma indirecta, como jueces sancionando en términos morales, ya que no hemos podido, por complicidad de los operadores de justicia o la tolerancia social, encarcelar a los corruptos que abundan en nuestra patria, los cuales tienen tanto poder que anulan la voluntad punitiva del Estado.

Es dentro de ese esquema de injusticia que el Departamento de Estado norteamericano justifica la aplicación de la sección 200 F de la Ley Migratoria, según lo han manifestado el cónsul de la embajada de ese país en Honduras.

En el caso de Rafael Leonardo Callejas, quien ante los ojos de la justicia hondureña ha sido una blanca paloma, como no soy juez, no me corresponde determinar su culpabilidad o su inocencia, sin embargo, cuando el río suena piedras trae, dice un adagio popular, y resulta que históricamente hay ciertos indicios racionales de que el gobierno de este personaje fue corrupto, recordemos la ley zarca, mediante la cual se legisló para beneficiar a uno de sus familiares, recordemos también que se reformó la ley o reglamento respectivo para darle el exequátur de notario a la esposa del ex mandatario, que no llenaba los requisitos, de lo que resulta que la ley se adaptó a los intereses de dicha persona.

Así las cosas y retomando la acción de la diplomacia norteamericana me pregunto: ¿De quién es la vergüenza?, que como país llevamos en el rostro ante el concierto internacional de naciones. De los corruptos no lo es, porque carecen de ella, y, si no, miremos cómo sonrientemente se pavonean por las calles, con su séquito de incondicionales, que siendo también desvergonzados los adoran.

¿Será la vergüenza de la Corte Suprema de Justicia? ¿Del Ministerio Público? ¿Del Tribunal Superior de Cuentas? Seguro que no lo es, porque ellos son los causantes de la misma. Entonces ¿de quién es la vergüenza? De los hondureños honrados, de aquellos que no son simples activistas políticos, apañadores de sinvergüenzadas, de los que tienen conciencia, que posiblemente son muy pocos.

Ojala estuviera equivocado.

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16 octubre 2006

El padrino intocable: RAFAEL NODARSE

En un país profundamente corrupto como Honduras, donde no existe otra dignidad que la de acumular fortunas mal habidas de la manera mas rápida posible con el menor esfuerzo posible, nos encontramos ante mafias internacionales que cada día aparecen en el firmamento de la información mundial .
Para el caso, el intocable y poderoso súper agente Rafael Nodarse y sus secuaces del Alpha 66 continúan alimentando nuestra desgraciada historia de país mercenario a buen precio con el descubrimiento del agente traficante cubano, George Nayor, vinculado a todas las fuerzas corruptas de Centroamérica, que con pasaporte hondureño viajaba a cualquier país del mundo, hasta que en el Salvador se descubrió su verdadera vinculación con el trafico de armas, drogas y lavado de dinero.
Compañero de Posada Carriles y de Mario del´Amico, no hay que olvidarlos, aquellos que llenaron la base de Naco con armas sofisticadas sin que ningún militar hondureño de nuestras Gloriosas Fuerzas Armadas fuese llevado a los tribunales. Y sin embargo Oliver North......................
Volvemos al Padrino Rafael Nodarse. ¿Cómo es posible que este individuo que llegó a Honduras en los años sesentas, precisamente a las islas del cisne, para desestabilizar al gobierno de Cuba bajo la tutela de Radio Swan siga campante consiguiendo pasaportes y haciendo entrar aviones raros sin documentos?. ¿Cuánto poder maneja este traficante para que migración se incline completamente ante su presencia e individuos de "chacales" identidades pasen por Honduras con total libertad, no presenten documentación y se escondan en el lujo mas completo?.
¿Cómo se explica que Rafael Nodarse con una llamada movilice ejércitos, abogados, ministros, presidentes, magistrados, aeropuertos, banqueros?; al fin y al cabo, ningún poder en Honduras se le opone al extranjero terrorista Rafael Nodarse, que ya cumplió 48 años de dirigir el terror desde Hibueras.

¡Viva la corrupción bipartidista institucional!


Emilio Dionisio Guerrero

"Mecate"

13 octubre 2006

Mandatario o Mandamás

En referencia a la crisis provocada por el Sr. Presidente Manuel Zelaya Rosales, al reaccionar en contra de los medios independientes que "atacan" al gobierno; quiero recordar al pueblo hondureño esta máxima del subcomandante Marcos, citada por el presidente de Bolivia, Evo Morales, en su discurso de toma de posesión: "Mandar obedeciendo al pueblo" (y no mandar mandando como ha sido nuestro destino).

Un presidente debe ser relacionado con la figura de un mandatario (del latín mandatarius, persona que acepta del demándate representarlo personalmente) y no con la de un mandón o mandamás (aquel que ostenta demasiado su autoridad y manda más de lo que le toca).

Sin embargo, al leer las últimas declaraciones del Sr. presidente: "los vencimos desde la llanura y no digamos ahora desde el poder, también los vamos a volver a vencer..."* ó "al destruir la imagen del gobierno destruyen la imagen del país..."* ó "en ese tipo de columnas de chismes que deberían ser prohibidas..."* ó "si yo ya pasé a la historia, eso no lo modifican ni con un articulo de periódico ni con un medio de información..."*; el presidente no atenta solamente contra libertad de prensa, como lo han expresado varios analistas, sino que pierde (o deja claro, que no tiene idea) su figura de mandatario ó presidente.

Quiero imaginar que el Sr. presidente, cuando fue electo, conocía y entendía la situación de nuestro país, que este periodo de gobierno es especialmente difícil, porque más allá de los flagelos que agobian a Honduras, hay un pueblo cansado de la corrupción, la inutilidad y la mentira y que es precisamente a ese pueblo, al que vemos hoy manifestarse, que retoma su rol de demandante y ahora juzga y exige que las políticas de estado estén encaminadas al logro de un mejor país; entonces, bajo este conocimiento y entendimiento: ¿A cuáles enemigos busca vencer el presidente "desde el poder"? ¿Está declarando una guerra contra las ideas del pueblo expresadas en los medios que no están comprometidos con su gestión? Por ejemplo, ahora que el estado dispone de fondos necesarios para crear un canal de televisión nacional ¿No sería mejor orientarlo a fines educativos o culturales, en vez de un medio aclaratorio de chismes o de publicidad estatal? Solamente educando y culturizando al pueblo es posible vencer los verdaderos enemigos del presidente, que son nuestros enemigos: la pobreza, la ignorancia, la inseguridad y el subdesarrollo.

Pero, el progreso de los pueblos no es algo tan fortuito, como lo es ser presidente en Honduras, el progreso es una búsqueda colectiva y comprometida, el filosofo político Karl Popper, en su obra " La sociedad abierta y sus enemigos", analiza: "progresar es avanzar hacia un fin determinado, hacia un fin que existe para nosotros en nuestro carácter de seres humanos. La "historia" no puede hacer eso; sólo nosotros, individuos humanos, podemos hacerlo; y podemos hacerlo defendiendo y fortaleciendo aquellas instituciones democráticas de las que depende la libertad y, con ella el progreso..."

"...En lugar de posar como profetas debemos convertirnos en forjadores de nuestro destino. Debemos aprender a hacer las cosas de lo mejor posible y a descubrir nuestros errores. Y una vez que hayamos desechado la idea de que la historia del poder es nuestro juez, una vez que hayamos dejado de preocuparnos si la historia habrá o no de justificarnos, entonces quizá algún día, logremos controlar el poder."

El presidente -como él lo dice bien - ya pasó a la historia, ahora falta que nos incluya en ese proceso histórico y gobierne obedeciendo al pueblo, que lo nombró como nuestro representante y vea como aliados a aquellos que levantan la voz y demandan desde un derecho retomado.

Rolando Kattan, poeta
10 de Octubre de 2006
* Nota: Citas tomadas de la edición del 7 de octubre de 2006 de diario "El Heraldo"

El desempleo estructural

Marcio Enrique Sierra Mejía


No vemos señales claras de cómo el actual gobierno está resolviendo el desempleo estructural. La oferta de puestos de trabajo sigue siendo insuficiente y el contexto económico y social en que se produce para absorber la demanda por ocupación lo que indica, es que el número de personas sin trabajo, crece a pesar de las noticias oficiales de que la economía está evolucionando respetablemente.

En Honduras, por ejemplo, según la información demográfica y de variables claves contenida en la encuesta de hogares de 1991 (octubre), más de 543,600 personas tienen problemas de empleo y 1,624,000 trabajadores son trabajadores familiares no remunerados. Sólo en Tegucigalpa existen 209 mil desocupados con una tasa de desempleo abierto de 8.4% mientras en San Pedro Sula, los desocupados ascienden a 80,300 equivalentes a una tasa de desempleo del 7%. Estas cifras se magnifican si se consideran el número de inactivos, que asciende a 227,800 y 114,500 en Tegucigalpa y San Pedro Sula, respectivamente (Cedillo, Sergio, 2003).

La precariedad del empleo es una característica del desarrollo hondureño. Aquí lo que más crece es particularmente el trabajo informal, y el desempleo abierto. El número de personas sin trabajo, en vez de descender, está creciendo en relación al momento más agudo de la crisis del Mitch ocurrida en 1998. Por lo tanto, los efectos negativos en materia de empleo no se han modificado aún habiendo pasado el momento más bajo del proceso recesivo.

El gobierno ni siquiera tiene una idea estimada de cuántos nuevos puestos de trabajo se requieren en el año 2010 para absorber el aumento natural de la población activa y reducir a la mitad el número de desempleados dejados como herencia por el 2005.

Para avanzar en esta dirección, deberíamos enfocarnos en el problema del mercado del trabajo y el creciente número de personas sin trabajo que tiene que ver con la política de inversión en capital humano, con superar la discriminación y el sectarismo, en transformar al empleo en un objetivo prioritario de políticas económicas, lo cual no acontece en nuestro país, porque sigue predominando una especie de “hipermetropía política”, es decir, una visión neoliberal populista que ve el largo plazo de las políticas macroeconómicas pero mira borroso de cerca las políticas microeconómicas, porque su lógica, sólo apunta a corregir los desequilibrios a través de mecanismos de mercado, cuyos resultados, lo que demuestran es el alto porcentaje de personas ocupadas en el sector informal de la economía, que no tienen ningún tipo de seguridad social. Estamos enfrentando una elevada precarización del mercado laboral.

No puede ser que en las condiciones de incertidumbre del mercado del trabajo en que los hondureños estamos viviendo, no estamos planificando su desarrollo. Honduras necesita una política social distinta a la neoliberal porque tenemos desempleo estructural, la concentración del ingreso es visible y crónica y la exclusión se manifiesta en todas sus dimensiones.

La tarea social que Honduras enfrenta es quebrar y revertir características sociodemográficas diferenciadas entre clases sociales y los mecanismos reproductores de la desigualdad que derivan de esas condiciones.

La política social debe ser colocada dentro de este contexto. Para ello se requieren correcciones en la propia política económica, además de la política social. Necesitamos proyectos sociales que ataquen la pobreza desde la perspectiva neoestructuralista, o sea, que logren complementar Estado y mercado para establecer un equilibrio económico con equidad.

Publicado en LaTribuna (13/10/2006)

02 octubre 2006

¿Queda sitio para los corruptos en el país?

¿Qué son los emigrantes en cualquier sociedad del mundo a donde lleguen? Serán personas de segunda o tercera clase.


Recientemente ciudadanos españoles decían a negros que llegaban a las Costas de las Islas Canarias, “váyanse hijos de”... y es que nadie para las oleadas de africanos que intentan y llegan a Europa a través de las costas ibéricas.


Y quién para los americanos más allá del río Bravo y asiáticos que también llegan a pesar de todos los obstáculos, por millares, cada año, a los Estados Unidos. Será posible que alguien vaya a controlar la avalancha de migraciones, que para organismos internacionales de prestigio serán junto al tema del agua, los detonantes principales para futuras guerras este siglo.


La tristeza invade al darnos cuenta perfectamente el destino casi macabro que espera a los compatriotas que toman desesperados, en su mayoría, la opción de viajar ilegalmente a los Estados Unidos, porque aquí ya no hay nada que hacer para mejorar su calidad de vida y tener más dignidad como humanos.


Cómo cambiar esta situación. Es básico darnos plena cuenta de las causas de tan degradante fenómeno y ver a nuestro alrededor esa pléyade de jóvenes que sale de los colegios, aquellos que nunca llegarán a ellos y tantos adultos con familia de pan en mano y sin darles la seguridad de la comida.


Cuántos médicos hay por cada mil habitantes. Qué proporción del pueblo puede satisfacer la canasta vital día a día. Cuántos niños y niñas siguen siendo prostituidos a cambio de unos lempiras y seducidos al dinero fácil, encaminados así a las redes del crimen.


Qué cantidad de nuestra población sabe efectivamente leer y escribir y cuántos más poseen un oficio o profesión que les permitan ingresos decentes.


Defrauda esta realidad. Entorpece las ganas de salir por las mañanas de casa, porque quienes han tenido en sus manos la manija del poder político, casi en su generalidad, lo que hicieron fue cambiar para bien su estatus económico, elevar a potencias exageradas sus cuentas de bancos y encima se atreven seguir pavoneándose como que no ha pasado nada. Restregándole en la cara a nuestra gente más hundida en la miseria, sus placeres y sus riquezas mal habidas.


Y esos y esas se dicen cristianos no importa la denominación a la que pertenecen. Por ello se asombraba hace unas semanas el obispo de San Pedro Sula, monseñor Ángel Garachana, de cómo los fariseos invocan el nombre de Dios para tapar sus conciencias, usado el Ser Supremo para lavar sus sucias manos.


Y con qué derecho preguntamos, pueden esos que han enterrado profundo con su rapacidad y su corruptela invocar al Dios de los buenos y los justos.


Por qué no se dejan de historias falaces y lágrimas de cocodrilo especialmente ahora que se está aplicando la represión de las visas a quienes han cometido corrupción pública oficial o porque son parte del crimen organizado y enfrentan con hidalguía la basura que han producido, hecho en la vida pública con este pueblo tan noble y manso, que permitió que lo sacrificaran una y mil veces los traidores.


Mucha hambre de pan tiene nuestro pueblo, pero más de justicia; mucha sed de paz y de equidad ante los poderes. Que se acabe esa doble moral, que ya no siga el látigo de los corruptos apropiándose de más bienes públicos.


Que el rosario de los azos, llevado al clímax con los chinazos, los visazos y mucha podredumbre más, sean los motivos poderosos que le den fuerza a los hondureños para empezar a hacer retroceder al monstruo, a la bestia, a la hidra soberbia e indigna que encarnan los que le han hundido el puñal hasta quitarles la fe en ser mejores humanos.


Que esos que no llevarán nada a sus tumbas y allí acabarán sus vanidades, no tengan más espacios de poder en esta noble tierra, porque demasiado mal han hecho para seguir lacerándola, para que puedan acabar con los sueños de sus nuevas generaciones.


Patricia Murillo

patriciamurillo@yahoo.com