26 enero 2007

Paso que dura...

Gloria Leticia Pineda
"Y no que madura”. Así va la licitación de combustibles. Y lo que es pérdida de tiempo es pérdida de dinero. El amor es mala divisa para los negocios. Hay que hacerlos fríamente para no perder la objetividad y las perspectivas.

Mucho antes que opinara Arturo Corrales, el público intuía que esa licitación estaba o iba al fracaso. Los licitadores escogieron a Conoco (no te conozco), la más desvalida de todas las compañías norteamericanas que operan en esa actividad.

Los nombres familiares de Esso, Texaco, Shell, Chevron, no son “islotes” sino subsidiarias de empresas muy fuertes y bien organizadas.

El gobierno por ignorancia o irresponsabilidad, aprobó la decisión de los “notables”, sin haber estudiado que Conoco no tenía infraestructura para transportar, importar, menos distribuir los derivados de petróleo, entonces se ve en la necesidad de cometer actos de piratería contra las otras homólogas establecidas en Honduras.

Ha habido un evidente favoritismo para que opere esa firma, pero su debilidad no puede ocultarse: prórrogas, inercia muchas complicaciones.

Tanta incertidumbre tiene alarmado al público, con el temor justificado que una compañía endeble nos lleve a una crisis de combustible, con grave daño a la economía del país. Todavía es tiempo de rectificar y no vivir de fantasías.

“Estado de derecho” no es la “bazuca” en manos del presidente. Está diseñado para garantizar que todos los ciudadanos que habitan en Honduras, nacionales o extranjeros, estén protegidos en sus derechos civiles, legales, sus intereses personales.

En Estados Unidos se dice “Somos un país de leyes”, es más definido y concreto, en cambio “estado de derecho” es pura figura semántica, difusa, que ni los abogados explican con claridad.

¿Quién indemnizará, dentro del “Estado de Derecho” a todas esas gasolineras independientes de sus millonarias pérdidas? Los distribuidores particulares repartidos por todo el país, no son “adinerados”, quedan desprotegidos ante tan bárbara arbitrariedad.

Es muy fácil para un presidente tocar la fibra emotiva de un pueblo consumidor de combustibles, si lo hace en forma autocrática, especialmente contra esa gente que se sacrifica para alquilar una gasolinera.

Para complicar las cosas y aumentar los costos de operación ahora el Gobierno habla que importará técnicos peruanos para que manejen las operaciones de la Dippsa.

Eso sólo tiene una explicación: falta de solidaridad y orgullo por lo nuestro. Hay un episodio favorito para mí, que siempre me infla de patriotismo. Se presentó una plaga de “gorgojo mexicano”, que estaba diezmando nuestros bosques.

Desde el Canal de Panamá el ejército norteamericano mandó dos aviones “Hércules” transportando varios helicópteros en cajas. Dos días después arriban a la Fuerza Aérea los técnicos “gringos” y preguntaron ¿Dónde están las cajas?, los mecánicos de la FAH se quedaron viendo entre sí sin poder contestar, el más atrevido señaló ¿ Serán aquellos?: seis helicópteros perfectamente alineados.

Los visitantes se acercaron a ellos con desconfianza, una vez inspeccionados dijeron con halago y franqueza: “Los hondureños son muy inteligentes. ¿Quién nos iba a decir que pudieran armarlos sin ningún manual o instructivo?”

Si en Honduras se respetara y aprovechara el recurso humano criollo no tendríamos que envidiar a los países asiáticos, ellos carecen de recursos naturales que a nosotros nos abunda, todo su esfuerzo es desarrollar, aprovechar el recurso humano, razón de su espectacular adelanto.

Aquí abundan buenos técnicos desempleados, algunos con estudios en el extranjero. Los combustibles huelen a gasolina, la gasolina huele mal, pero ha llegado a punto de pestilencia, los millones que ha producido en manos de políticos, burócratas, militares, “presta nombres” empresarios protegidos.

La historia es larga, sucia, vergonzosa. Y el resto de los hondureños como estúpidos espectadores ante tanto ladrón de los bienes nuestros.

El presidente Zelaya pudo trascender en un acto sincero, patriota, que nos beneficiaría a todos: rebajar los impuestos a la “factura petrolera”, que solo sirve para mantener el boato, despilfarro del gobierno.

No hay para medicinas, escuelas sin techo, las cosechas de café de pobres agricultores se están perdiendo porque las vías se han vuelto resbalosas.

Y mil penurias más por la glotonería de quienes nos gobiernan. Alguien canta “No hay otro pueblo más macho que el pueblo catracho del cual vengo yo”.

Todos desaparecieron, sólo tenemos machos, mulas, bueyes. Un pueblo inerme que no pelea por lo suyo no merece respeto. Está condenado al atraso cultural, social y lo que es peor: al desaparecer la autoestima individual, borra la autoestima nacional y eso es trágico para un pueblo.

22 enero 2007

Combatir la pobreza: la susodicha ERP


Ningún pueblo progresa con esa doña suelta. La pobreza es una gran hija de puta. Más perversa que el más desalmado criminal. Mata. Mutila. Cotidianamente. Prefiere entre sus victimas a los inocentes. Treinta y ocho de cada mil niños que nacen aquí mueren antes de cumplir el año. (En Suecia 6, en Costa Rica 9). Muchos sobrevivientes solo salen del trance mancos, cojos, tuertos o mudos, cuando no tarados o psicópatas. Nadie puede vivir tranquilo en ella o en su vecindad.

Y no solo, como dice un OFI, porque “la falta de capacidad de consumo de los pobres lastra el comercio y el crecimiento económico”. Nos lastra la incapacidad que provoca la pobreza, la falta de inteligencia y de imaginación que deja como huella. Y entonces combatirla es, como decía Kant, imperativo categórico. La obligación moral de una sociedad decente. Y el deber de cada gobierno puesto que además desde el 2000 es el compromiso obligado del Estado según la Declaración de Metas del Milenio. Y combatir la pobreza es desde el 2001 el propósito de La Estrategia para La Reducción de la Pobreza, el marco del programa social del gobierno, que implementa una serie de ministerios de línea e instituciones de asistencia así como -ahora también con la política de descentralización- el municipio. Supuestamente, coordinan esas inversiones el Gabinete Social, el Consejo Consultivo para la Estrategia de Reducción de la Pobreza, órgano de nueva generación que incorpora la representación de la sociedad civil y la fiscalia internacional. Y ahora también un Comisionado nombrado por el Presidente para encargarse exclusivamente del tema. La E.R.P es un compromiso de Estado orientado a cumplir una serie de metas en materia de cobertura y calidad de servicios públicos esenciales y de ingresos para el 2015. En efecto un plan, al que hoy le quedan nueve años de visión y vigencia. No faltan críticos.

Se trata de una idea concebida desde afuera como requisito para lograr la condonación de la deuda y, creo que si, a pesar de mil y algunos sinceros esfuerzos de divulgación, se trata todavía de una idea burocrática y ajena a la mayoría de la población, mal entendida por los redactores de los periódicos pero también por algunos ministros que se supone que deben tenerla como Biblia, pero no leen. De un concepto y no aun de un plan completamente operativo, ya no digamos de una idea compartida por la sociedad, como tendría que ser, de esas que se vuelven inmarcesibles, dice el filosofo, porque se apodera de ellas la masa, se apodera de la imaginación de la gente. La población no se ha apropiado del concepto mientras que en el gobierno se habla muchas veces con mas retórica que compromiso profundo. Se dicen en la prensa infinitas tonterías y se malinterpretan las declaraciones de los funcionarios, porque no entienden lo esencial. Sobre todo por eso podemos y debemos decir que la ERP fracaso, que esta casi moribunda y que además nadie lo ha lamentado mucho. Muchos programas semejantes en efecto ya sucumbieron en otros países y que somos una minoría los interesados en Honduras en mantenerla viva, mas allá de las inversiones municipales con las que a menudo se la confunde.

Desde el 2001 en que nació la ERP, se ha mas que duplicado según definiciones forzadas el gasto (de 7 a 15 mil millones) pero cuando asumió el poder este gobierno hace casi un año, la pobreza era la misma o peor y se había avanzado poco con las pocas “metas del milenio” con que se cumplía a medias. Y con la nueva disponibilidad de recursos, por la condonación de la deuda y el crecimiento económico nuevo. ¿Puede justificarse un programa sin resultados? ¿Sin identificar cuales son las fallas? ¿Una fantasía de la burocracia y la cooperación, que no da nada?

Sabemos que hay que hacer para reducir pobreza: redoblar esfuerzos para transformar nuestro regresivo sistema tributario, en uno que garantice un sacrificio igualitario para todos; focalizar el gasto público para que llegue a los necesitados, proteger al vulnerable, darle servicios básicos que no recibe de los que esta “aislado” (salud, educación, comunicación), desarrollar capacidades, generar oportunidades e inducir la formación de un patrimonio ojala productivo. Y sabemos que tenemos que hacer esas cosas juntas, que necesitamos un enfoque integral (no economicista, pero si realista y que incorpore la dimensión del crecimiento) un enfoque que conecte desarrollo social con condiciones económicas de prosperidad. Pero no lo hemos conseguido en el pasado, patinamos y resbalamos y retrocedemos. Las razones del fracaso son relativamente sencillas también. Las disputas de los intereses creados y la desconfianza de poblaciones fragmentadas y la de una opinión pública acostumbrada a la duda obstaculizó proyectos estratégicos. La gestión pública ha sido consuetudinariamente deficiente. Faltó visión –visión de país, visión sectorial de problemas nacionales, visión política-- por parte de la clase gobernante y de parte de la sociedad, de los empresarios y de los gremios, que tendrían que hacer aportes cruciales.
Eso impidió la coordinación efectiva de los esfuerzos lo mismo que los personalismos de esa gente que se da demasiada importancia a si misma, y eso redundo en uso ineficaz de recursos, en la duplicación de esfuerzos, en la imposibilidad de darle seguimiento a los programas y focalizar y fiscalizarlos bien. La corrupción (y no solo la pública) y la mezquindad interfirieron el proceso y el esfuerzo bien intencionado. Ha faltado también capacidad de negociación con la cooperación internacional, falta armonización entre la cooperación y las metas de país, corresponsabilidad social en la gestión y ejecución de programas. Han fracasado varios gobiernos en el intento. El actual gobierno ha revisado el programa como es su obligación, y ha asumido la responsabilidad, para armarlo y focalizarlo mejor, aprovechando las lecciones aprendidas. Y dispone hoy de recursos de condonación.

Tenemos que asegurar condiciones macro y garantizar sobre todo a través de la seguridad jurídica, las inversiones privadas, para mantener tasas de crecimiento extraordinarias. (Por eso se ha preocupado el gobierno de desvirtuar la idea de que actuamos arbitrariamente como quieren hacer pensar nuestros enemigos). Hay que generar los recursos fiscales sostenibles para la protección solidaria de la población más vulnerable, con ahorro, gestión eficiente y con un aumento que todavía se puede hacer -de un 1% del PIB- en la recaudación. Tenemos que administrar mejor esos recursos, a lo que esta abocado el programa de “presupuestacion de acuerdo a metas y por resultados” y la idea de un Pacto Fiscal Sostenible. Con visión innovadora tenemos que ser más eficientes para generar capacidades sobre todo de los jóvenes: reformar la educación y el sistema de salud es un imperativo. Y en primer lugar educación que el Presidente Zelaya ha declarado la prioridad de este año. Coordinar mejor nuestros esfuerzos asimismo para generar oportunidades, capacitar y organizar, darles a quien lo los tiene los elementos de lucha, los anzuelos, los instrumentos de producción: tierra y también agua, vivienda social, capital a las mypimes y capacitación. Y tenemos que descentralizar la inversión pública. Ir a las comunidades, ayudarles a crear condiciones aceptables. Proporcionarles los recursos a las comunidades para sus instalaciones de servicios.

Hemos renovado cuadros y energías, hemos mejorado el plan y estamos avanzando y enfocando mejor nuestras metas. La Red de Solidaridad encabezada por la Primera Dama esta atendiendo ya varios de los grupos mas postergados. El Presidente ha asumido el liderazgo y los ministros estamos cada vez más conscientes de nuestra obligación, al menos la mayoría. Los alcaldes tienen que ser responsables y sus comunidades participativas. Pero un problema tan grande como este solo se puede resolver con el concierto de toda la sociedad.



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21 enero 2007

Carta Pública


Los Grupos Hibueras, Guaymuras de Alemania y hondureños sensibles al problema de los combustibles, por este medio expresamos un total apoyo al sr. Presidente de la República Manuel Zelaya Rosales por las serias medidas tomadas para garantizar que el país siga funcionando ante la negativa de ciertos "empresarios" que, aprovechando el momento, buscaban lucrar sin importar el costo social que hubiese significado, para la mayoría necesitada del país, el sobreprecio solicitado para almacenar los combustibles.


Queremos dejar constancia que hemos seguido todo el proceso, desde que se paralizó el transporte en el año 2005 hasta el día de hoy, y que nos sentimos identificados con una acción que claramente indica que ha sido tomada en favor del pueblo.
Sabemos que ha habido, y hay, grandes presiones de ciertos grupos que, sin ningún pudor, han siempre sacado provecho sin importarles la situación que viven los hondureños, por ello invitamos a la ciudadanía a manifestarse para que no se dé marcha atrás en todo lo actuado hasta ahora.
Dado el día 21 de enero de 2007

Gautama Fonseca
Carlos Urbizo
Leslie Pineda
Rosamaria Messen
Rodolfo Pastor
Wilfredo Flores
Emilio D. Guerrero
Omar Edgardo Rivera
Guillermo Mejía
Nick Atala
Jennie Gabrie
Miguel de Arriba
Billy Peña
Zoila Aurora Rodríguez
Carlos Humberto Pineda
Elia Aurora Pineda
Anna Flores
Sonia Gómez
Carlos David Pineda
Giovanni Ghidinelli
Ronald Maldonado R.
Henry Kurwahan
Isabel Flores
Margareth Castillo
Rolf Kerlim
Manfred Mandelkow
Ralph Schmidt
Bernd Braak
Rita Tovar
Soraya Schmidt
Arthur de Sá Abra
Volker Blashke
Franziska Zimmerman
Diana J. Castañeda
Heinz Dópel
Unike Dams
Karl und Kathia Horstmann
Peter Esle
Nico Kriegel
Alfred Krautwurst
Ulf Kölsh
Alejandrina Juschka
Robert Kuhn
Alex Rose
Manfred Rasche
Gustav Hass
Johannes Steinhof
Marton Sindt
Jacobo Ríos Nuñez
Sonia Dubón Villeda
Julieta Handal
Ernesto Gálvez
Verónica Murillo
Francisco Ávalos
Mélida Nativí
José Enrique Amaya
Ricardo Puerta
c/ Medios de coomunicación en Honduras y en el exterior, blogs sobre Honduras

19 enero 2007

Cabezas pétreas



Gloria Leticia Pineda
En verdad no sé que celebramos, pues la decantada Constitución de 1982 no nos ha dado gobiernos realmente democráticos.

Todos los seis presidentes han sido mediocres, negligentes e irresponsables.

Han condenado a la oscuridad a Honduras, ya que la educación ha sido descuidada, retrocede y se hunde; hemos quedado como el país más atrasado de América, consulte estadísticas.

Ésa es una deuda imperdonable de esos figurones de presidentes.

Desperdician la oportunidad de oro que el destino pone en sus manos para servir a la patria con excelsitud, entrega total, amor y humildad para el pueblo, a quien están obligados a servir, no para comportarse como amos.

Tomándolos individualmente, ¿cómo calificaría a Suazo, Azcona, Callejas, Reina, Flores y Maduro?

¿Se siente especialmente agradecido con alguno de ellos?

Una vez juramentados actúan como si Honduras les perteneciera en “dominio pleno” y la primera traición que cometen contra la patria es el gabinete que integran.

Se vuelve “el club de los amigos, de los parientes”, no escogen por probidad, capacidad o limpios antecedentes.

Es el puesto para tal fulano y no para una persona competente, con excelente disposición de servir a Honduras.

No faltan los presidentes que gastan millones del presupuesto nacional para mantener un alto y artificial perfil. Una persona arrogante no puede llegar a ser buen mandatario.

Con los “artículos pétreos”, la celebrada Constitución pierde su naturaleza democrática, pues son bárbaramente coercitivos, un cáncer, una especie de “lobotomía” mental que priva a los individuos, ciudadanos y políticos de usar su libre albedrío.

Tan malvada e intimidante es que cualquier ciudadano que insinúe cambio se expone a “jugar a la ruleta rusa”.

El mundo es vida, movimiento, cambio, riesgo, desafío y aventura y lo “pétreo”, su total negación.

Pregonan como gran conquista que la última Constitución asegura “la alternación en el poder”. No es ningún mérito, tiene una explicación plebeya: que a la salida del Estadio, después de cada toma de posesión, ya salen “velones” que vigilarán y pelearán para que no se interrumpa el proceso electoral.

Si no respetan algo tan sagrado como la Ley Electoral, entonces son analfabetos en democracia.

Pasamos en un proselitismo permanente.

¿Que Carlos Flores y Oswaldo Ramos “hablaron lindo”?

¿Cuándo en Honduras los problemas se han resuelto en base a verborrea? Son los hombres prácticos, lógicos y francos los que hacen caminar las cosas.

¡Cómo pierden tiempo valioso en esas guerras semánticas!
La celebrada Constitución que hoy cumple 25 años de promulgada no ha cambiado la mentalidad en el ejercicio del poder del ciudadano que ejerce la Presidencia.

El irrespeto a la ciudadanía es notorio, así como la prepotencia en sus actuaciones.

El ejemplo más fresco es el del presidente Zelaya, quien con desparpajo dice: “Ya lo ordené, ya lo decidí, ya lo mandé”.

La autoridad se tiene o no se tiene, no es un bien adquirible.

Si tan buenos imitadores somos, ¿por qué no inspirarse en el espíritu sincero de la Constitución de Estados Unidos? Comienza con “We the people”, lo que significa “El poder del gobierno viene del pueblo”.

En esa Constitución no hay nada “pétreo”, ha introducido 27 enmiendas, lo cual le da dinamismo y versatilidad al gobierno.

Ésos que pelean por tener como reliquia, a perpetuidad, los “artículos pétreos” aseguran que debido a ellos es que se ha mantenido el “sistema democrático” de estos 25 años.

Lo único que se ha evitado son los “golpes de Estado”, por lo demás, todo sigue igual. Se sigue abusando del poder, cualquiera que tenga un mediano rango burocrático trata a empleados subalternos, o público en general, con irrespeto.

Ya la cara del abogado, adalid de los “artículos pétreos”, semeja piedra, no se le mueve un músculo en ella, parece un “ícono” de la Iglesia ortodoxa.

El buen político debe ser veraz y de claras intenciones.

Si Micheletti y Flores quieren jugarse una posibilidad y la ley se abre para ellos, pues que la jueguen con honor, sin hipocresías y falsas palabras.

Como corolario: de nuevo están mostrando los políticos su inmadurez cívica y falta de vocación democrática al proponer los partidos mayoritarios, que tanto daño le han hecho al país y a los cuales nada les debemos, “votar en plancha”. ¡Eso es indecente! Peleemos porque esto no suceda jamás.

Eso de “votar en plancha” es enyuntar al electorado.

Lo primero que los hondureños debemos exigir es respeto, pelear por nuestro derecho al disentimiento.

De lo contrario, borren la palabra “democracia” y pónganle cualquier otro nombre vulgar.

17 enero 2007

El Embajador, las trasnacionales y la historia


La emergencia, Señor, la crearon las empresas que, resentidas, se desentendieron de su obligación de abastecer al país de un bien estratégico. Es sencillo: ellos no estaban trayendo los combustibles necesarios; nosotros no tenemos donde guardar los que van a llegar en las próximas horas. Y se puede decir que es una crisis “de nuestra propia hechura”, pero es crisis y el gobierno no puede obviarla. Hace falta quizás recordar un par de principios básicos: los embajadores tienen la obligación de defender los intereses de sus economías y empresas, con tacto por supuesto, bien informados y respetando la prerrogativa del Estado nacional, así como el Gobierno tiene que asegurar el bien público de su pueblo y nación, para eso recurriendo a leyes, principios de soberanía, y asistido por el derecho internacional.

Ningún antiamericano. Yo soy un amante del pueblo y la cultura de los EEUU, país en el cual me crié y estudie mi primera carrera, tuve mi segundo y mi tercer amor, una hija (poetisa lucida y profesora de literatura) y dos nietos por los que igual daría la vida que por cualquier hondureño, y muchos colegas y amigos. Pero también conozco por lo mismo los puntos ciegos de esa cultura y desde que, adolescente, protestaba contra la terrible guerra de Viet Nam, he atestiguado como Estados Unidos ha venido a ser la única superpotencia, colapsado su rival en cuestión de días, cuando a los grandes estados primarios de la historia les había tomado siglos la decadencia. De repente, eso ha provocado una desorientación profunda y acaso la de quienes han concluido que ya no necesitan aliados, cuando la Embajada en Tegucigalpa decide subordinar la relación compleja entre nuestras naciones al interés de dos petroleras, que jugaron un juego de poder.

Porque, a diferencia de mis compañeros, yo tengo la sospecha de que el problema no es una persona, quien no podría estar actuando sin instrucciones del Departamento de Estado. Aunque también queda uno obligado a reconocer que pocas veces en el pasado de post guerra fría (quizás la excepción fue Almaguer) hemos tenido a un embajador tan inclinado a pronunciarse sobre asuntos internos. Tampoco ha actuado en un vacío local, Charles Ford; aquí no solo los periodistas si no también los miembros de la clase política invitan a esas intervenciones, las propician y hasta las manipulan y defienden. Véase si no el editorial firmado de La Tribuna de ayer lunes, que calca con un estilo local los argumentos del Embajador, un profesional de la economía prestado al Departamento de Estado por el de Comercio. O las declaraciones hoy, en el mismo periódico, del tenebroso Dumas.

A mi por cierto, el Embajador estadounidense, además de manifestarme un aprecio personal que es reciproco, me ha dado apoyos puntuales para el trabajo de Cultura y me ha escuchado hablando de la e.r.p. y de corrupción, incluso cuando le he dicho que se equivocan a veces al juzgarla. De modo que lo considero un amigo. Que ha cometido errores, porque no es infalible tampoco el y ligerezas contra principios básicos que supuestamente rigen la política exterior de su país: la defensa de los derechos de autodeterminación de los pueblos, la libertad política y económica de sus aliados, el libre comercio y la dignidad de las naciones. Desde hace meses ha venido presionando en todos los ámbitos, con desfachatada impropiedad y dándole la espalda a nuestro predicamento. Ahora se ha dejado llevar de impresiones ajenas y ha dado una declaración imprudente, que debemos perdonarle y darle ocasión de rectificar. Me rehúso a hacer leña del árbol caído

Lo que ha hecho el gobierno del Presidente Zelaya (con el aplauso de los hondureños de todos los orígenes y condiciones, en el país y en el extranjero, de todos los partidos con la salvedad apuntada y la mala conciencia de otro par de magnates turbios) no es mas que asegurar el éxito de un procedimiento que eliminaba un oligopolio, invitando a una participación de otras empresas mundiales, quince de las cuales hicieron ofertas mejores que el maltrato que nos han dado las de siempre, que se sienten hoy agraviadas. (Eso no es satanizarlas, Señor, es decir efectivamente lo que vienen haciendo, lo que hicieron impunemente bajo el timorato auspicio de los anteriores gobiernos, que hoy temen quedar mal ante la historia.) Se han asegurado las circunstancias para que esa transacción de apertura comercial sea efectiva. ¿Podíamos dejar de hacerlo?

Por lo demás, siento que acierta el Embajador cuando declara que ahora “conoce mejor que antes al gobierno”. Muchos pensaban, como aparentemente en su despacho, que en este “paisito de segunda”, se podía --como casi siempre en el pasado, usando la zanahoria y el garrote-- conseguir que nos comportáramos, al final, como bestias amaestradas. Sospecho que hubo malos hondureños que le indujeron a creer que los gobernantes actuales éramos igual de pusilánimes que varios antecesores, a los que me rehúso a homenajear. Y esta en todo su derecho a recomendarle al Departamento de Estado un viraje político que, sin duda, puede hacernos daño. Pero en pocas ocasiones tantos y tan diversos sectores nacionales (incluso muchos empresarios que acostumbran ser complacientes con su principal cliente) se han unido a tal punto, poniendo en precario el control de la opinión publica por los medios. Incluso los inversionistas estadounidenses realmente productivos anunciaron ayer y hoy nuevas inversiones en la agricultura de exportación. O sea que nadie esta asustado.

Por aquello de que lo considero amigo me apena realmente el predicamento del Embajador. El por supuesto tiene derecho a puntos de vista particulares como cualquier otro, pero tiene que usar la discreción del caso para defender estas que parece concebir como “verdades evidentes por si mismas” y tiene que informarse mejor. Nunca se ha hablado aquí de expropiarlas. La Texaco y La Esso (resentidas con la licitación y en aras de la defensa del sagrado principio de la propiedad) tienen derecho a dejar podrir sus tanques de almacenamiento cuando no los necesitemos para que se nos abastezca de una materia estratégica. Pero aunque no sea un aliado militar en la OTAN como el vecino, Honduras es algo más que un exportador de guineos y comprador de gasolina; sigue siendo una pieza estratégica para los intereses estadounidenses, quizá ahora más que nunca, con Chávez y Ortega. Y un eslabón en el proceso complejo de la integración Latinoamérica y del Caribe. Y eso vale más que las “perdidas” que tendrán aquí dos petroleras.



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